Debate: ¿Y si dejamos de ser dueños (de una parte de) de nuestros autos?
La empresa John Deere quiere proteger el software de sus tractores a nivel global, por lo que pretende que el sistema informático con el que están equipados sea de su propiedad y no del comprador.
La firma John Deere quiere proteger el software de sus tractores. Fabricantes como General Motors también han iniciado movimientos similares.
Lo que demanda John Deere, y otros fabricantes, es que la ley proteja el acceso al software de su vehículo, a los sistemas destinados al diagnóstico, reparación y modificación de este. De manera que el acceso a estos sistemas sea limitado y restringido. En esencia, se basaría en la misma filosofía que ha llevado a la protección de archivos audiovisuales, música, y películas adquiridas por internet, videojuegos, etcétera. Una cobertura legal y sistemas de protección que traten de asegurarse de que solo la persona que adquiera el contenido disfrute de él.
Evidentemente un tractor o un coche no es un producto que vayas a poder compartir por tus amigos en un disco duro, o por internet. El fabricante quiere evitar que terceros metan mano en sus sistemas, ya sea para proceder a una reparación o para establecer modificaciones que alteren el funcionamiento del vehículo. Pero los usos de estas protecciones pueden ir más allá del trabajo del taller.
El temor ante la actuación de un hacker en un automóvil cada vez más conectado y dependiente de su software es real. Sin embargo, garantizar la seguridad de los sistemas de un vehículo es una responsabilidad del fabricante que no ha de eludirse impidiendo el acceso a su software, sino acotando el acceso y protegiendo sistemas críticos, por ejemplo los que afecten a la seguridad del vehículo. ¿Acaso una protección “anti-piratería” va a evitar que un hacker, que por ejemplo quiere robar tu coche, se introduzca en la centralita del vehículo?
El peligro de estas protecciones es que vayan enfocadas a que el acceso al software de un vehículo quede restringido a una serie de concesiones y talleres oficiales que hayan pagado por esas licencias. Restringir ese acceso podría acabar, por completo, con la existencia de los talleres multimarca, los talleres de barrio y hasta del arreglo a cargo del propio dueño del auto.
Parece un absurdo, pero si properan las restricciones de acceso a su software, las automotrices podrían limitar la escucha de música descargada por internet.
fuente: Diario Motor