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En la ciudad de Buenos Aires, los autos transportan a apenas el 21 por ciento de la gente

En la ciudad de Buenos Aires, los autos transportan a apenas el 21 por ciento de la gente
Los casi 2 millones de automóviles que diariamente circulan por la urbe usan el 62% de calles y avenidas en un día hábil. Mientras, unos 10 mil colectivos sólo ocupan el 7% del espacio pero trasladan al 71% de las personas.
Con una red de transporte público en crisis y un mercado que desborda de autos las calles, los problemas de infraestructura, los cortes por obras, la sumatoria de obstrucciones y el mal comportamiento de todos los actores que componen el sistema no hacen más que complicar el desafío diario de circular por el Area Metropolitana.
La situación toma forma a través de los números que presenta el Instituto de Política para el Transporte y el Desarrollo (ITDP por su sigla en inglés). Por la Ciudad circulan 1.800.000 autos particulares promedio cada día, que ocupan el 62% del espacio vial y trasladan al 21% de las personas. Mientras que los 10.000 colectivos que a diario movilizan al 71% de las personas ocupan el 7% del espacio vial. Y hay que pensar en el impacto ambiental que producen los diferentes medios de transporte.
“Esta Ciudad fue pensada para los autos, y esto se convierte en una traba autoimpuesta cuando aparecen más de los que puede soportar la infraestructura: el parque automotor crece entre un 10% y un 15% por año y no hay manera de que la capacidad vial crezca a esa tasa. Pensar cómo solucionar la situación sin plantearse seriamente cambiar la idea de para quién diseño la Ciudad te lleva a un bloqueo”, analiza Andrés Fingeret, director para la Argentina del ITDP.
La pregunta es: ¿queremos una Ciudad en la que los autos puedan moverse, o en la que las personas puedan viajar? Fingeret lo ejemplifica así: “Si no hubiera asfalto ni veredas y tuviéramos un espacio libre desde la puerta de un edificio hasta el otro: ¿cómo se diseñaría? Posiblemente muy distinto a lo que existe. Hace 40 o 50 años se pensaba que el auto era la solución a los problemas de movilidad, hoy está claro que esa tecnología no va a solucionar nada y que hay que repensar los diseños”.
Para los especialistas, fortalecer la red de transporte público tiene que ver con brindar una garantía democrática básica. “Es esta respuesta colectiva de organización social que, en principio, permitiría que cualquiera de los ciudadanos tenga las condiciones de ejercer su derecho a la movilidad”, analiza Jorge Blanco, director del Instituto de Geografía de la UBA.
La encuesta de Movilidad Domiciliaria de la Secretaría de Transporte de la Nación consigna que el 65% de los hogares del AMBA no “tiene” auto. Además del privilegio económico que supone, existen sectores que, sencillamente, no pueden manejar. Se trata de cubrir espacialmente y temporalmente todas las demandas de movilidad, sin perder de vista que la problemática no puede abordarse con el foco en la Ciudad. “Hay un problema en la región, y esto es importante porque hay una implicancia en lo que tiene que ver con las decisiones y la perspectiva desde la que se trabaja”, apunta Blanco.
“El transporte público tiene fallas y al mismo tiempo presenta un potencial único. Los 800 kilómetros de la red ferroviaria del Area Metropolitana ofrecen una capacidad enorme. Los colectivos llegan a los barrios, el tema es cómo se complementan unos con otros. Falta información general para hacerlo más legible. Y también información en tiempo real para saber antes qué vía conviene tomar antes de definir un viaje”, sostiene Andrés Borthagaray, presidente para Latinoamérica del Instituto Ciudad en Movimiento.
Además de los problemas evidentes de las redes de ferrocarril y subterráneos, que en el último tiempo se volvieron imprevisibles, el sistema de transporte público es lineal y poco articulado. “Es más sencillo moverse por un sólo eje (Norte, Sur, Oeste) que hacer desplazamientos cruzados. Y hay problemas generales de comunicación. Alguien que quiere hacer un viaje articulando distintos medios probablemente no encuentre la información para hacerlo ni en la calle, ni en los centros de trasbordo o las estaciones”, avanza Blanco.
Sobre la superficie aparecen otras problemáticas que terminan dificultando la circulación (ver Cinco razones…) “Parte de lo que estamos sufriendo como sociedad es que somos millones y cada uno actúa sin pensar en el otro”, razona Guillermo Dietrich, subsecretario de Tránsito y Transporte de la Ciudad. Y sigue: “La falta de respeto a las normas es un elemento distorsionador de nuestro sistema de tránsito. Cuando cruzás con el semáforo en verde pero sabés que no tenés lugar y quedás trabado, no gana nadie y se genera una complicación mayor. La pregunta de muchos es: ¿y el Estado dónde está? Es imposible estar en cada esquina mirando qué hace cada uno. Es desconocer en cierta forma que el Estado somos todos y nuestros comportamientos definen cómo es el lugar en el que vivimos”.
fuente: Clarín

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