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Análisis: ¿El fin del boom de los BRICS?

Análisis: ¿El fin del boom de los BRICS?
Desde los organismos del mundo desarrollado surgen voces que alertan sobre el final del crecimiento vigoroso de las economías emergentes, entre ellas Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Razones fundamentadas y otras exageradas en momentos en los que varias pontencias económicas como Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña muestran signos de recuperación.
El 8 de agosto pasado,  OCDE sentenció que los países emergentes y en particular los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) «manifiestan preocupantes signos de estancamiento de sus economías».
«El crecimiento de los emergentes se terminó», afirma Matthew Lynn, fundador del instituto Strategy Economics. Tras una década de fascinación, durante la cual esos países apuntalaron una economía mundial bajo tratamiento, los inversores han dado la espalda a los mercados emergentes, con el subsiguiente deterioro de sus índices de crecimiento, sus balanzas de pago y sus reservas.
Y mientras los emergentes se desaceleran, los países centrales parecen salir de la crisis. «Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña muestran sólidos signos de recuperación», dice la OCDE. Además, muchos países de la zona euro lograron salir de la peor recesión de su historia en el segundo trimestre del año.
«La aceleración del crecimiento que todos esperábamos en los mercados emergentes se está produciendo en el primer mundo», señala Neal Soss, jefe economista del Crédit Suisse.
Hace apenas dos o tres años, esa declaración habría transformado a su autor en el hazmerreír de sus pares. La verdad es que, en 2012, Brasil, la India, China y Rusia produjeron un cuarto de la riqueza global, una cifra que debería llegar a un tercio a fines del decenio. China se transformará probablemente en la primera economía del globo mucho antes, mientras que la India también debería continuar creciendo.
En otras palabras, el crecimiento continuará, pero el «boom económico» se terminó. En esas condiciones, muchos se preguntan si la aventura de los países emergentes fue un milagro o simplemente una alucinación.
«Ni lo uno ni lo otro. Hay enormes diferencias entre esos países», afirma Michel Aglietta, profesor de Economía en la Universidad de Nanterre. «El crecimiento chino fue de 10% durante 30 años. Hay una enorme regularidad en su crecimiento desde 1980. China es un país que está más allá de un emergente y se ha transformado en una gran potencia industrial.»
El caso de los países productores de materias primas es muy diferente.
«Es muy difícil extraer un excedente de la renta para colocarlo en inversiones productivas, a fin de desarrollar la industria manufacturera, cuando se depende de fuentes tan fluctuantes en términos de demanda mundial», precisa Aglietta.
Desequilibrios
Como Aglietta, la mayoría de los especialistas coinciden en que la razón de la crisis de crecimiento que padece actualmente la mayoría de los países emergentes está provocada por desequilibrios de políticas económicas durables tales como la insuficiencia de infraestructuras públicas, una inadecuación del costo del trabajo al nivel de la producción, una insuficiencia de mano de obra que termina provocando inflación, un escaso ahorro privado, que conduce a un déficit exterior crónico y al riesgo de crisis del mercado cambiario.
«Para evitar esas crisis de crecimiento, todos esos países deberían organizar simultáneamente aumentos de salarios, mejorar la calidad de su producción, el nivel de la educación, las infraestructuras y la capacidad de utilizar el ahorro», afirma Natixis en un reciente informe.
Para otros, tanto los BRICS como el resto de los emergentes creyeron equivocadamente en la teoría del desacople: «La idea de que los emergentes podían desacoplar sus economías de las de los países centrales fue abusiva. La recesión en la zona euro, la casi recesión en Gran Bretaña y Japón en 2011-2012 y el mediocre crecimiento de Estados Unidos terminaron por golpearlos», afirma el economista Nuriel Roubini.

(…) tanto los BRICS como el resto de los emergentes creyeron equivocadamente en la teoría del desacople: «La idea de que los emergentes podían desacoplar sus economías de las de los países centrales fue abusiva. La recesión en la zona euro, la casi recesión en Gran Bretaña y Japón en 2011-2012 y el mediocre crecimiento de Estados Unidos terminaron por golpearlos», afirma el economista Nuriel Roubini.

Otro error: en lugar de aprovechar los años de bonanza para acelerar el ritmo de reformas que alientan la productividad del sector privado, aumentando su participación en la economía, la mayoría de esos países prefirió encaminarse hacia una variante del capitalismo de Estado.
«Casi todos dieron un rol importante a las empresas públicas y recurrieron al nacionalismo económico, al proteccionismo, a medidas de sustitución de las importaciones y al control de capitales», dice Roubini.
Esa política, que actualmente falsea la actividad económica y deprime el crecimiento potencial, se acompaña de otros factores de debilidad, como importantes déficits presupuestarios, alta inflación y riesgos de inestabilidad social, como se vio recientemente en Turquía, Brasil, la India e incluso Sudáfrica.
Es difícil imaginar cuáles serán las consecuencias de esta modificación del panorama económico global para el resto del mundo. Podría representar tiempos mejores para los trabajadores de los países centrales que han visto sus puestos de trabajo desaparecer por centenares de miles en los últimos años.
También podría ser una esperanza para las incipientes economías africanas, cuya mano de obra reemplazaría a los «ex baratísimos obreros» de los BRICS. El comercio y la geopolítica quizás entrarían en una fase de distensión a medida que los emergentes reduzcan la presión económica en el mundo desarrollado.
Nadie sabe con certeza lo que sucederá. La buena noticia es que el planeta parece estar entrando en una nueva fase de crecimiento global, y eso será bueno para todos.
fuente: La Nación

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