Dos de cada tres armas canjeadas por plata eran para defensa personal
Los organizadores del Plan Nacional de Entrega Voluntaria de Armas sostienen que los resultados logrados por el programa constituyen un doble éxito. Destacan las 84.000 que se entregaron desde julio del año pasado pero sobre todo que más de 50.000 de ésas son armas de puño, usadas para dañar a otras personas. Estas, en su mayoría, se entregaron en la ciudades, donde también se concentran los episodios de inseguridad. Las armas restantes son de caño largo, en general utilizadas para la caza.
El programa implementado por el Registro Nacional de Armas (ReNAr) consiste en la entrega anónima de armas de fuego y municiones a cambio de un incentivo que ronda entre los 100 y 450 pesos, según el tipo y calibre del arma entregada. En los 220 días hábiles que lleva el programa se recaudaron armas en la Capital Federal y en 16 provincias.
«La característica de las armas que se están recibiendo demuestra aún más el triunfo del plan, que intenta reducir el riesgo de heridos con armas de fuego en discusiones interpersonales. Si las más entregadas fueran armas de caza, sería un triunfo para Greenpeace y los organismos ocupados por la preservación de la fauna», le explicó a Clarín, Darío Kosovsky, cofundador de la Red Argentina por el Desarme (RAD) y uno de los redactores del proyecto.
Del informe del ReNAr surge que los más entregados son los revólveres calibre 22, 32 y 38 y las pistolas 22, 9 milímetros y las 45. Estos calibres son, según los registros de la Policía Federal, el 95% de las armas que se secuestran durante los distintos delitos. Para los especialistas esto está también relacionado a que son más manuables y también baratas.
«Aunque el plan no apunta de manera inmediata a la reducción del delito, ahora hay muchas menos armas que pueden caer en manos de delincuentes, sobre todo de esos calibres, que son los que ellos más usan», señaló una fuente del organismo.
Mientras la mayor concentración de las armas de puño se encuentra en las ciudades y está vinculado a la sensación de inseguridad, en el interior, los calibres entregados son mixtos porque el vínculo con las armas no es sólo para protección sino también para la caza.
«En la ciudad son muy pocos los que tienen un fusil o una carabina y, en general, van a un club de tiro y tienen registradas más de un arma. En cambio los que ponen una pistola en la mesa de luz son muchos y no todos saben cómo usarlas», explicó uno de los encargados de la recolección.
«Hay alrededor de un millón de armas legales y se estima que casi la misma cifra de ilegales. Esto quiere decir que en la primer parte del plan ya sacamos de circulación el equivalente al 5% de las primeras y una cifra similar en las segundas», agregó Kosovsky.
El plan ya cumplió su primera etapa y ahora seguirá hasta el 11 de diciembre. Ya hubo una destrucción de 24.000 armas y mañana temprano, en una planta de fundición de la localidad bonaerense de Campana correrán la misma suerte otras 32.000.
Durante los diez meses que lleva el plan se entregaron 381 armas promedio por día. Casi el 50% de éstas habían estado registradas hasta hacía poco y otras tenían toda su documentación en regla.
«El mayor éxito del programa fue que la gente entendiera lo que significa tener un arma de fuego. Luego ellos decidirán si están capacitados para tener una y usarla en una situación límite. Ahora resolverán tomar o no el riesgo, pero a conciencia», señala el titular del ReNAr, Andrés Meiszner.
La segunda parte del plan apuntará al interior del país. En varias provincias el plan no se realizó y en otras no tuvo la presencia necesaria, según evalúan sus organizadores. «Aunque en la ciudad hay más concentración de armas chicas, en el interior hay más armas por persona. Más de la mitad de las 84.000 que recolectamos nos las dieron fuera de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires», completa Meiszner.
Fuente: clarin.com.ar