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Informe Clarín: Las leyes que todos conocen pero pocos cumplen o no se controlan

Informe Clarín: Las leyes que todos conocen pero pocos cumplen o no se controlan

Por: Nora Sánchez

Trabajo hasta tarde y no puedo sacar la basura a la hora que piden». «Me obligan a limpiar lo que hace mi perro cuando la ciudad es una mugre». Cada porteño tiene su excusa para no cumplir la ley. Es así como normas vitales para la seguridad, como las de tránsito, o para la convivencia son pasadas por alto en forma continua. Aún por personas que reconocen que están actuando mal.

A fines de 2007, el Gobierno porteño hizo una encuesta sobre higiene urbana. El 62,2% de los consultados le echaron la culpa de la suciedad de las calles a la falta de cuidado y educación de la gente y a que se sacan los residuos a cualquier hora. Pero el 32% también confesó que no respetaba los horarios para sacar la basura. ¿Por qué esa resistencia a cumplir la ley? Los expertos lo atribuyen a un problema con la autoridad.

«Los argentinos no cumplimos la ley porque percibimos a la autoridad como ilegítima –afirma el abogado Martín Böhmer, director del programa de Justicia del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento–. Sentimos que nos deja afuera de los procesos de creación de las leyes y por eso no la obedecemos. Esto pasa porque, en un país que padeció tantos gobiernos militares, la autoridad fue ilegítima durante años». Para Böhmer, la desobediencia es una forma equivocada de enfrentar la ley. «Porque esta resistencia también es ilegítima. Para todo hay excusa: dicen ‘no pago impuestos porque se los roban’, como si su delito cancelara el de la corrupción».

«Se generó una cultura donde hasta a los presidentes democráticos se los vive como una imposición –coincide el médico y psicoanalista José Nesis, estudioso de la relación de los argentinos con las reglas–. Entonces, el cumplimiento de la ley nos pone en un lugar de sometimiento pasivo y nos hace sentir estúpidos. Por otra parte, como rastro de los años de dictadura, al que colabora con la ley se lo considera un delator, cuando en democracia habría que verlo como un denunciante público. Sin denuncia no se puede armar un sistema operativo de leyes, porque no se le puede pedir a la Policía que haga cumplir todo».

Según el Instituto Pasteur, en Capital hay casi 425.000 perros que dejan en las calles 70 toneladas de caca por día. Para controlar que los dueños la limpien habría que sitiar la ciudad con inspectores. Y la percepción cotidiana es indica que son muchas las personas que no cumplen. Tanto que algunos vecinos optaron por la denuncia (ver «Escrache kk…»).
Böhmer sostiene que es más fácil cumplir una norma cuando existe un beneficio rápido y directo. «Si la ganancia se ve lejana, la gente cree que la ley es una molestia», afirma. E insiste: «Hace falta que la gente se comprometa, para reforzar el contrato social por el que generamos las normas».

De acuerdo a un estudio de Luchemos por la Vida, sólo un 53% de los motociclistas usa el casco. «A algunos, ponerse en riesgo les da satisfacción –señala Juan Carlos Fantín, docente de Psicología de la UADE–. El problema es que también ponen en riesgo a los demás. Aunque hay tantos motivos para incumplir la ley como personas. En general, cualquier adecuación a las normas exige una renuncia a la satisfacción personal».

«Hay que pensar a la sociedad como un acuerdo en movimiento –dice Fantín–. Establecer una ley no significa que será para siempre. Debemos volver a acordar constantemente». Un buen ejemplo es el uso del cinturón de seguridad, cuyo uso reduce en un 80% el riesgo de muerte en un choque. En 2000, un estudio oficial indicó que sólo el 11% de los automovilistas lo utilizaba. En octubre de 2004, se hizo una campaña, se salió a controlar, y el uso trepó al 84%. Pero los controles se relajaron y, según Luchemos por la Vida, en julio de 2007 el porcentaje había caído al 63%. Una automovilista consultada entonces justificó: «Ni los colectiveros, ni los choferes de ambulancia ni los policías lo usan. Si uno maneja a la velocidad adecuada, no hay peligro». Una larga lista de «vivezas» ilegales

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Prohibido. Según la legislación porteña, los bares y restaurantes están obligados a dejar usar los baños a cualquiera, aunque no sean clientes.

Veredas. Entre las 22 y las 9 de la mañana es el horario autorizado para lavarlas. Se trata de una falta muy incumplida y poco controlada.

Alcoholemia. Los controles para chequear si se maneja alcoholizado son recientes en la Ciudad. Pero aún no hay cultura de «el que maneja no toma».

32%
de la gente confesó en una encuesta que saca la basura fuera del horario de 20 a 21.

80%
Lo que baja el riesgo de muerte con el cinturón de seguridad puesto. No todos lo creen.

70
Las toneladas de caca de perro por día en la Ciudad. Hay que levantarla en bolsitas.

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