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La mayoría de los argentinos se reconoce desconfiado: 8 de cada diez se muestra cauto ante el otro

La mayoría de los argentinos se reconoce desconfiado: 8 de cada diez se muestra cauto ante el otro
Un sondeo nacional muestra que las clases más acomodadas tienden a confiar más y que las mujeres son más propensas al recelo, especialmente cuando se exponen a mayores riesgos.
Según un estudio realizaron conjuntamente el Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales de UADE y la consultora Voices!, las clases más acomodadas tienden a confiar más que las de nivel socioeconómico más bajo y que las mujeres, expuestas a mayores riesgos, son más desconfiadas que los varones.

A través de mil encuestas realizadas en 26 localidades de todo el país a mayores de 16 años, el estudio llegó a la conclusión de que el porcentaje de confianza ante alguien a quien acaba de conocerse es sólo del 24 por ciento. 

Según Marina Tomasotti, investigadora de la UADE, Manuel Hermelo, «ls vaivenes políticos y económicos de los últimos años han generado una tendencia a desconfiar como primera actitud, y recién después de un tiempo se empieza a pensar en creer en el otro”, explica.
Por su parte, director de Opinión Pública de Voices!, agrega: “En estudios hechos durante los últimos treinta años se ve que la confianza interpersonal tiende a bajar. Tiene que ver con que cae la confianza en las instituciones, y de eso se desprende la caída de las expectativas en general: una vez que perdés la confianza, es difícil reconstruirla”.

Los representantes de las instituciones son los oque concentran la desconfianza de los encuestados. El 90 por ciento desconfía de los políticos, el 89 por ciento tampoco cree en los sindicalistas, el 84 por ciento rechaza a los funcionarios públicos en general, y el 81 por ciento siente desconfianza por los jueces. Los periodistas también se ubican entre los profesionales que generan más desconfianza que confianza: el 57 por ciento de los encuestados no les cree.

En cambio, médicos, maestros y enfermeros se llevan los laureles: en todos los casos, más del 80 por ciento de los consultados los señalaron como confiables. Incluso en tiempos en que muchas veces son víctimas de hechos de violencia social: agredidos por pacientes, en el caso de los trabajadores de la salud, o por alumnos y sus familiares, en el caso de los docentes. Los deportistas también resultan un grupo confiable, sobre todo entre los jóvenes: el 77 por ciento de los encuestados menores de 30 años los destaca por sobre otras ocupaciones. Los mayores de 50 años se destacan respecto de la población más joven en su confianza a los sacerdotes, el 63 por ciento les cree, y en los comerciantes de su barrio, el 74 por ciento confía en ellos.


“Si bien la confianza en la familia y en los amigos se mantiene alta, la prudencia con los demás ha ido creciendo. Antes el vecino era cien por ciento confiable, y ahora, en las grandes ciudades, tal vez ni siquiera conocés al que vive al lado tuyo”, sostiene Tomasotti. Para Hermelo, “con el inicio de la democracia, en 1983, hubo un pico de confianza en las instituciones que se derramó a los demás aspectos, pero las expectativas se fueron desvaneciendo”.

Confianza en las causas solidarias

A contramano de este recelo de los argentinos hacia el otro, la confianza sobre las causas solidarias parecen estar lejos de ponerse en duda. El fundador de Red Solidaria, Juan Carr, «la participación de los ciudadanos en su comunidad no para de crecer en la Argentina: desde 1983 ese índice crece todo el tiempo. La muerte de una persona genera una indignación y una vergüenza impensable hace no tanto, en años de la Segunda Guerra Mundial, y eso se traduce en generosidad, participación y confianza en los otros”, reflexiona el director en Mundo Invisible.

En ese sentido, Carr remarca: “En la Argentina, en 8 años se duplicó el número de donantes de sangre; en 2015 se batió por séptimo año el récord de donación de órganos. La gente cada vez confía más en esos procesos solidarios, y elige darle algo al otro: alguien que decide mandar un abrigo o una manta a un camión que no sabe a dónde va está confiando, y alguien que decide darle médula ósea a otra persona también está confiando”.
fuente: Clarín

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