#Colombia: Crece el fenómeno delictivo de las mujeres que usa su belleza para robar
Son en su mayoría jóvenes de entre 20 y 30 años, que cometen los delitos muchas veces con colaboración de hombres y otras mujeres.
Las recientes capturas de alias ‘Yayita’, por su participación en el robo de al menos 300 casas de Bogotá en la última década, y de las ‘gatúbelas’, dos atractivas hermanas que se dedican al hurto de carros, casas y personas a las que a menudo suministraban escopolamina, son apenas dos ejemplos de un fenómeno que viene en ascenso: el de las mujeres que usan su belleza y capacidad de seducción para delinquir.
Sus habilidades pueden ser realmente sorprendentes. En el caso de las hermanas Yeraldine y Linda Garzón Pinto, las ‘gatúbelas’, las autoridades reportaron que una de sus modalidades era hacerse pasar por mujeres desdichadas, víctimas de esposos agresivos que necesitan huir cuanto antes de sus hogares.
Con esta fachada citaban a dueños de vehículos de acarreos a quienes, tras contar sus tristes historias, robaban de dos formas: ofreciéndoles una bebida que mezclaban con una droga que les hacía perder la voluntad a sus víctimas, o sometiéndolos con armas de fuego.
Esto era de lunes a jueves, porque los viernes y fines de semana, bien maquilladas y sensualmente vestidas, las ‘gatúbelas’ frecuentaban zonas de rumba en el norte de la ciudad con el objetivo de hallar a algún incauto que quisiera seguir la fiesta en su casa. Esa víctima era drogada y robada.
Estas dos mujeres están comprometidas, según las autoridades, en el robo de al menos 150 vehículos y unos 80 apartamentos de Bogotá
Un panorama similar rodea a aquellas que, como Andrea Johanna Torres, alias ‘Yayita’, entran a las casas amparadas en su belleza, carisma y un poder de convencimiento excepcional.
Sus modalidades eran principalmente dos: entretener a los guardias de seguridad mientras sus compinches vaciaban las residencias; y la otra, convencer a los vigilantes de que la dejaran pasar para ella misma abrir la chapas de las viviendas y proceder a robarlas.
Los investigadores contaron que esta mujer era experta en encontrar los lugares donde los dueños de las residencias camuflaban sus objetos de valor. (Lea también: ‘Yayita’ y sus amigos apartamenteros robaban de 2 a 3 casas diarias)
Por hechos de estas características, van 10 capturas en lo que va del año, lo que representa un promedio de al menos tres por mes.
Ahora, nunca actúan solas. La mayor parte de ellas hacen parte de organizaciones delictivas en las cuales hay hombres prestos a intervenir si las cosas se ponen difíciles.
La policía explica que su valor para estas organizaciones es muy alto por tres razones: “primero, porque al no parecer personas peligrosas pueden infiltrarse, recoger información o abrir puertas de una forma mucho más efectiva”. Segundo, porque son los señuelos perfectos. Y tercero, porque las pocas sospechas que despiertan las hace “ideales” para guardar o transportar armas y drogas a lo largo y ancho de la ciudad. Según Barrera, ellas son excelentes ‘correos humanos’.
¿Quiénes son?
La mayoría de las mujeres que utilizan la belleza y su capacidad de seducción como armas principales para robar son jóvenes, entre los 20 y los 30 años. Y este rango de edad coincide con el perfil delincuencial predominante en el caso del género femenino.
El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) elaboró un estudio hace dos años en el que concluyó que el 57 por ciento de las mujeres que estaban tras las rejas en el país, condenadas, tenían en promedio entre los 21 y los 35 años. Y más de la mitad de ellas habían pasado por un centro para jóvenes. Por eso no es casualidad que ‘Yayita’ tenga 28 años y las hermanas Garzón Nieto, ‘las Gatúbelas’, solo 20 y 24.
La Policía, por su parte, concluye que si van a entrar a los apartamentos a robar, sea cual sea la modalidad, se concentran en los estratos 4, 5 y 6. Suba y Usaquén son las localidades más afectadas por el robo realizado por mujeres.
Las autoridades también han detectado que la mayoría de las que se dedican a delinquir comienzan como ‘mecheras’, es decir, aquellas que entran a establecimientos para robar mercancía y esconderla dentro en sus bolsos o ropa. Con el paso de los años, las inducen a integrar bandas dedicadas a los atracos en la calle o como ‘tomaseras’, que drogan a sus víctimas en sitios nocturnos, donde el ambiente de fiesta y el alcohol hace que la gente se desinhiba y relaje, lo que facilita la labor de las ‘yayitas’ y ‘gatúbelas’ de Bogotá.
Fuente: El Tiempo