Contrastes del cine argentino: muchas películas, pocos espectadores
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En lo que va del año, en los cines locales se exhibieron más de 60 películas argentinas. No todas alcanzan niveles de público aceptable, lo que reaviva el debate sobre la necesidad de mejorar además la distribución de los filmes.
De acuerdo con el estudio de Rentrak encargado por PERFIL, entre el 1º de enero y el 31 de agosto del 2012 se estrenaron en los cines locales, sin contar las producciones que se exhibieron sólo en festivales, 62 filmes argentinos. Es decir que en esas 35 semanas llegaron a la pantalla grande películas argentinas a razón de 1,77 cada jueves. En otras palabras: casi dos películas argentinas por semana.
Esos 62 largometrajes vendieron, en total, 2.681.805 entradas, lo que equivale a decir que, en promedio, cada film fue visto por 43.274 personas. Si se toman en cuenta los costos de producción del cine, dicha cifra promedio resulta menos que insuficiente para cubrir los costos.
Sin embargo, como veremos a continuación, el panorama es aún peor. Si se toma en cuenta que en el período se vendieron 35.757.784 entradas en los cines argentinos, la producción local representa 7,5% del total.
En el ámbito cinematográfico suele establecerse la cifra de 200 mil espectadores como un piso que permite hablar de éxito. De tomar esa afirmación como válida, sólo cuatro producciones superaron esa barrera: primera quedó –al menos por ahora– Elefante Blanco, de Pablo Trapero, con Ricardo Darín, que tuvo 755.779 espectadores; en segundo término está la comedia sobre el mundo swinger Dos más dos, con Adrián Suar, que ha tenido 595.822 espectadores, con el detalle de que se estrenó hace pocas semanas y, por el alud de público que está teniendo, es muy probable que se ubique como el film nacional más visto del año; tercera, la coproducción argentino-española ¡Atraco!, con Guillermo Francella y Nicolás Cabré, que llevó en plena batmanía nada menos que 501.249 espectadores; y cuarta se posicionó, bastante más lejos, Peter Capusotto y sus tres dimensiones, que convocó a 270.714 personas para apreciar el humor absurdo en 3D. A estas podría sumarse, si uno bajara bastante la barrera de aceptación, Extraños en la noche, con Diego Torres, que arrastró a las salas a 144.920 espectadores, lo que si bien no habla de un éxito tampoco deja de ser una cifra desdeñable.
El problema es que estos cinco filmes representan el 82% de las entradas vendidas, quedando el 18% restante para las otras 57 películas estrenadas.
Es decir: si hay distribución de la riqueza, no se hace lo propio con la distribución del público. El panorama de estos primeros ocho meses del año muestra una alta concentración, y no por falta de oferta. Y esa concentración radica, no casualmente, en rostros muy reconocibles: Ricardo Darín, Adrián Suar, Guillermo Francella, Diego Capusotto y Diego Torres.
Los muchos que perdieron. Entre las cifras obtenidas por Rentrak hay algunas realmente impactantes: el film En el futuro logró vender sólo dos localidades, y El exterior tuvo cinco afortunados espectadores. De las 62 películas que se presentaron en sociedad, veinte –casi 30%, es decir casi una de cada tres– fueron vistas por menos de mil personas. Y si se estira el piso a 10 mil espectadores, 47 películas –el 75% de la producción nacional en lo que va del año– no alcanzaron esa cifra. Para ser más ejemplificadores: tres de cada cuatro películas argentinas estrenadas en lo que va del año no pudieron convocar ni siquiera a 10 mil espectadores. En ese grupo se ubican filmes protagonizados por actores desconocidos, pero también por reconocidos, como es el caso de Lito Cruz con La revolución es un sueño eterno –4.561 entradas vendidas–, Claudia Fontán con Desmadre, de Jazmín Stuart –3.733 localidades vendidas–, o Julieta Cardinali con Una cita, una fiesta y un gato negro –7.773 espectadores–.
El volumen de 75% de producciones nacionales sin eco demarca, al menos, un divorcio entre quienes hacen cine en nuestro país y quienes desean pagar una entrada para ver cine. Los cuales evidentemente existen –hubo cuatro éxitos de taquilla, de muy variada temática (un drama social, una comedia dramática, un policial histórico y el traslado a la pantalla grande de un programa de televisión)–, pero al parecer no están dispuestos a ver cualquier cosa que se les ofrezca.
El monopolio del éxito. Surge otro dato importante del estudio de Rentrak. De la totalidad de entradas vendidas por los filmes argentinos en el período enero-agosto, el 85% fueron para obras distribuidas por la Disney. Las seis películas nacionales más vistas –o, para ser más precisos, con más entradas vendidas en el período– tuvieron la misma distribuidora, que si bien no consiguió un éxito con la totalidad de sus clientes –El último Elvis tuvo 85.685 espectadores–, barrió con la competencia. La pregunta, entonces, es si la Disney tuvo mayor sabiduría a la hora de elegir qué películas distribuir o si en verdad tiene un poder ante los cines que le permite ubicar mejor sus productos, en desmedro del resto. Y un detalle no menor es que la Disney distribuyó sólo el 10% de las películas argentinas del período.
La gran mayoría de los filmes nacionales (29, el 47%) optaron por la distribución independiente, y en respuesta convocaron al 4% del total de las personas que optaron por una película argentina. La distribuidora que más apostó por el made in Argentina fue Primer Plano, que tomó 17 filmes (27% del total) y vendió 140.086 entradas.
Las odiosas comparaciones. El año pasado, desde estas mismas páginas publicamos una nota similar, en relación al período enero-julio de 2011. En esos meses el cine nacional había estrenado 45 películas que convocaron a 1.834.111 espectadores. En idéntico período de este año, se presentaron 52 películas que vendieron 1.516.452 entradas. Es decir: la oferta cinematográfica de producción nacional aumentó en 15% y la demanda del producto se retrajo en 18%. Hubo, evidentemente, una mayor variedad de películas para ver pero, al mismo tiempo, un universo menor de público interesado en verlas. Esto es aun más grave si se toma en cuenta que la asistencia a cines aumentó en general 8,7% de 2011 a 2012. Es decir: la gente quiere ir al cine, pero no a ver lo que le ofrece el cine argentino.
El año pasado las figuras convocantes habían sido Ricardo Darín con Un cuento chino, Rodrigo de la Serna con Revolución, el cruce de los Andes y Guillermo Francella con Los Marziano. Darín y Francella vuelven a estar en el grupo de quienes reclama el público, a los que hay que agregar a Adrián Suar, Diego Capusotto y Diego Torres.
En momentos en que ocupa a la opinión pública la existencia/inauguración de uno, dos o cientos de polos audiovisuales, quizá sería bueno revisar estas cifras para preguntarse cuánto vale la pena producir, con qué clase de contenido y, sobre todo, si hay alguien interesado en ver lo que surja de esos sitios.
fuente: Perfil
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