Miradas: jóvenes de 16, entre la falta de formación y las ganas de participar
A partir del tratamiento del proyecto de ley de voto juvenil en la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado, unos 700.000 chicos de 16 años en todo el país son el centro del debate. ¿Tienen la formación y la madurez necesarias para votar?
Ana Lía Kornblit, socióloga especializada en salud y adolescencia, explicó que si bien hay un adelantamiento de las etapas madurativas -los 8 de hoy funcionan como los 12 de antes-, en la adolescencia las personas «están probando diferentes alternativas».
La profesional afirmó: «Votar implica una decisión de compromiso, y para ello es necesaria cierta formación; la medida debería ser resultado de una necesidad social surgida de cambios culturales y no una medida proselitista».
En las escuelas argentinas, los debates en torno de la vida democrática quedan encuadrados en materias como Formación Ética y Ciudadana o Educación Cívica. Tanto los programas de la Nación como los de la ciudad de Buenos Aires incluyen ítems como «ciudadanía participativa» o «poder, Estado y participación política».
La mayoría de los jóvenes consultados por el diario La Nación para estar nota recordó haber hablado en la escuela acerca de la posibilidad de votar, y aunque la política no figura entre los temas tratados en las clases de Educación Cívica, sí aparecen temas como la Constitución Nacional, teorías sobre el ejercicio del poder o la participación en el modelo de las Naciones Unidas.
«Los chicos de 16, en general, están todavía muy tomados por el interés individual -aseguró el especialista en educación Mauricio Ocampo, director del Colegio Piaget y profesor de Política y Ciudadanía en el Colegio San Juan el Precursor-, aunque en comunidades educativas o familias que promueven la participación juvenil hay un germen de apertura a lo ciudadano.»
Según Ocampo, existen en las escuelas de hoy «espacios para pensar lo ciudadano», y esos debates pueden darse más allá de las materias específicas sobre cívica o política.
«El estudiante tiene la posibilidad de hablar y el adulto está predispuesto a escuchar. A muchos chicos de 16 les falta aprender a expresarse y entender que plantear algo no necesariamente implica conseguir lo que se quiere», concluyó.
fuente: La Nación
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