El «nido partido»: historias de padres argentinos en España cuyos hijos vuelven al país
La crisis española, con 5,6 millones de desocupados, y un desempleo juvenil del 52,1%, empuja a muchos extranjeros a retornar a su país de origen. Y crecen los casos de familias divididas: padres que se quedan en España mientras sus hijos regresan a la Argentina.
“Aún no tenemos cifras sobre esta tendencia, pero entre las variantes de retorno que estamos viendo se dan cada vez más casos de jóvenes que se vuelven solos a la Argentina mientras sus padres quedan aquí. Allá pueden ingresar con facilidad al mercado laboral y, por sobre todo, pesa en ellos la ilusión colectiva de lo argentino con la que fueron criados aquí. Tienen una nostalgia y un amor por el país que se potencia con la distancia y supera muchas veces al de sus padres –explica Lois Pérez Leira, responsable del Movimiento Argentinos en el Exterior–. En cambio, los padres se quedan porque no tienen edad para volver a comenzar de nuevo en su país.”
El patrón de la migración argentina desde 2001 hacia España muestra una marcada diferencia en relación con el resto de la migración sudamericana: el 89,2% de los argentinos lograron emigrar con su grupo familiar. Y el 61,2% lo hizo con hijos, por entonces menores de quince años, según datos del Encuesta Nacional de Inmigración.
“En aquel momento no fue una decisión mía. Yo era un niño y fui con mi familia”, explica Kevin Ber, quien llegó a España en 2002 con 12 años y hoy reside en la Argentina. Otros detalles de la historia de Kevin puedan explicar el apego a su país de origen: el usuario de su correo electrónico se completa con la palabra “bocacampeón”, sus amigos españoles esperaban su cumpleaños para devorarse la torta de chocolinas y dulce de leche que le preparaba su madre.
Pero apenas estrenados sus 18 años, Kevin puso rumbo a Buenos Aires, se instaló en la casa de su abuela Hilda, en Villa del Parque, ingresó a la Asociación Argentina de Publicidad, se graduó como redactor publicitario y ahora trabaja en la agencia de publicidad Wunderman.
“Cuando me dijo que se quedaba se me partió el corazón”, dice Marisa, su madre, quien trabaja en una agencia de estudios de mercado en Madrid, y aquí se quedó con el padre de Kevin, Ari, que tiene una fábrica de muebles, y su hermano menor, Alex, que cursa el secundario. “A veces siento que lo arrancamos de ese entorno familiar que hoy logró recuperar”, completa la madre.
Desde Buenos Aires, Kevin cuenta que “retornar a la Argentina fue volver a empezar, y fue muy duro”, pero que hoy disfruta de diversos entornos sociales que “allí faltaban” y se larga a enumerar: “Tengo plan con amigos todos los fines de semana, las chicas aquí son guapísimas y tengo novia. Además juego al fútbol y es fútbol once”, cuenta.
Según apuntan los expertos en España, se observa un fenómeno creciente de “familias divididas por el retorno”, explica Rosa Aparicio, investigadora del Instituto Universitario Ortega y Gasset en España. “Las familias lo viven como una situación no deseada, aunque rescatan las ventajas que en parte conlleva el proceso de separación para alguno de sus miembros”, dice Aparicio.
“Aquí encontré mi lugar”, explica con toda naturalidad Ariel Wiznia, un informático y músico argentino de 26 años que se mudó a Buenos Aires luego de retornar de España, adonde había emigrado después del estallido de 2001 junto con parte de su familia.
Ariel terminó el secundario en el Ramiro de Maeztu, el mismo colegio público madrileño donde estudió la princesa Letizia; luego ingresó en la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos, pero quería estudiar diseño gráfico a nivel universitario y, como tal, la carrera en España no existe. Por eso volvió a Buenos Aires.
“Ese fue el detonante”, explica su madre, Raquel Frescó, pedagoga y una de las especialistas en Inmigración más consultadas en España. “Así comenzó a plantearnos que quería regresar. Se sentía capaz de independizarse y lo dejamos ir”, agrega. “En el proceso migratorio es importante entender por qué te vas de un sitio, y Ariel nos acompañó porque era menor. Aquí no encontraba su lugar. Con mi esposo ya llevamos tres migraciones, pero el día que despedimos a Ariel en el aeropuerto de Madrid fue especialmente triste”, dice.
Ariel vive en un barrio céntrico de Buenos Aires, trabaja en el área de sistemas de una empresa y no sólo se dedica a la música sino que tiene dos bandas de rock. Otro de los hijos de Raquel Frescó que reside en la Argentina es Eyal Wiznia. “Cuando mis padres tomaron la decisión de emigrar, yo tenía 20 años y decidí quedarme. Fue muy duro ver la casa vacía, pero creí que era lo mejor para ellos y para mí”, dice. Hoy Eyal es ingeniero, trabaja en IBM y tiene una pequeña de 3 años, Ema.
“Los jóvenes criados aquí que migran a la Argentina descubren otros niveles de vínculo social, entre los que destacan el contacto más fluido, más cercano y más ameno entre las personas, y eso lo ponen en valor”, explica el sociólogo y doctorado en Inclusión, Exclusión y Migraciones de la UNED en España Alberto Kok.
Belén Iniesta tiene 30 años, fue operadora de cámara de la TV Canaria en España durante los últimos cinco años, y ahora vive en Buenos Aires. Emigró hace más de diez años a España, con sus padres, la arquitecta Graciela Graciela Schaievitch y el documentalista Juan Carlos Iniesta. “Así están las cosas. Con una hija que quiere vivir en Argentina y con otra que quiere vivir en España”, dice Juan Carlos Iniesta con un gesto de resignación. “Mis hijas están felices con lo que han elegido pero, la verdad, no imaginé nunca vivir una situación de este tipo”, explica Graciela, la madre.
“La ilusión de Belén por Argentina es tan grande que dejó todo atrás y eligió comenzar de nuevo”, explica su padre en Madrid. Y es que Belén llegó a Buenos Aires acompañada por su novio malagueño, un joven que luego decidió volver a España. “‘Yo no regreso. Yo me quedo aquí’, le dijo, y el muchacho, que no se adaptó, volvió a Málaga”, explica el padre de Belén.
“En España la gente también se involucra con uno, pero aquí estoy de asado en asado, he recuperado mis afectos, la mayoría de mis amigos son emprendedores, van para adelante, generan cosas y yo quiero darme la oportunidad de vivir y trabajar en este país”, dice con mucha claridad Belén, mientras busca trabajo para seguir adelante.
Así son las familias divididas por la crisis. Un nuevo “daño colateral” del estallido que se inició en la Argentina y hoy llegó a España.
fuente: Perfil
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