Los argentinos aprovechan al máximo las ofertas y descuentos, como nueva estrategia de consumo
Los argentinos se han vuelto verdaderos estrategos. El marco económico de los últimos años ha generado hábitos en la administración de los recursos en el ámbito doméstico que condicionaron la forma de consumir, de ahorrar y proyectar en el tiempo.
Ante la alta inflación, una práctica que se ha arraigado tan fuerte en el país que ni sus gestores pueden arrancarla de la cotidianeidad local es la de usar al máximo las promociones y los descuentos en alimentos, indumentaria y servicios, entre otros rubros. Acotados ya los beneficios en bancos y cadenas de retail, las ofertas siguen subiendo los volúmenes de ventas. Los analistas hablan de consumidores «más inteligentes» que plantean desafíos a los que están del otro lado del mostrador.
«Tras la crisis de 2001, una vez recuperada la economía y el empleo, optimizar el poder adquisitivo se ha instalado como el patrón de conducta más fuerte», sintetiza Guillermo Oliveto, presidente de la consultora W y especialista en tendencias sociales.
El estudio de pulso social que la consultora CCR elabora año tras año da cuenta de una profundización en la búsqueda de oportunidades. «La diferencia ahora es que desapareció el pudor que existía antes. Uno invita sin problemas a cenar a su novia al restaurante que tiene la mejor oferta, y eso habla también de una modificación en la forma de elegir», ejemplifica Ricardo Bastianon, director de negocios del área cualitativa de CCR. Oliveto coincide: «Hoy, quien accede a un buen descuento lo muestra y lo demuestra».
En tiempos de precios altos y facturas de servicios abultadas, «los niveles sociales más altos se valen y seguirán valiéndose de este mecanismo para expandir su consumo, mientras que los más bajos, en muchos casos no bancarizados, lo utilizarán para no resignarlo», dice Bastianon, quien destaca la percepción de pérdida del poder adquisitivo en el público.
Un estudio elaborado por Cicmas en 2011 destacó una caída en el gasto en ocio y en bienes no durables, y un crecimiento de las segundas marcas. Otro análisis, de la firma Nielsen, pone en la cima de las opciones para recortar los gastos del hogar, la elección de marcas más baratas. En la consultora W, en cambio, aseguran que las prácticas para «exprimir el dinero» impulsaron a las primeras marcas.
El aprovechamiento de ofertas incluye la persecución del financiamiento con tarjeta de crédito; de ahí que los plásticos se hayan multiplicado en las billeteras. Un relevamiento de TNS Gallup realizado en 2011 reveló que cuatro de cada diez argentinos compraban en cuotas. En la clase media, los artículos para el hogar resultaron ser los más financiados.
¿Se esconde algo de resignación en la conducta que apuntaló el modelo? Después de 2007, «esta sociedad que siempre tuvo como meta la casa propia empezó a orientar sus deseos a lo más concretable, con la idea de disfrutar el presente. Autos y tecnología son ejemplos, pero también ha surgido una valoración por los viajes, sobre todo en clases más altas», analiza Oliveto, en relación con el difícil acceso de la clase media a créditos hipotecarios y la falta de incentivos para ahorrar.
Los que empezaron un negocio también tuvieron que idear estrategias. «En el país falta financiamiento para emprendedores. Los bancos están cómodos cazando en el zoológico y no generan oferta de capitales de riesgo», grafica Rodrigo Alvarez, de Ecolatina. «Eso da lugar a mecanismos informales, como el tío financiando al sobrino».
Respecto del impacto de las tarifas en el hogar, el economista cree que sólo habrá una posible contracción al inicio, dado que los montos, aunque más altos, no serán significativos en el paquete. Sin embargo, lujos como la pileta climatizada ya son objeto de debate en algunos consorcios. Y no son pocos los que empiezan a apagar la luz roja del stand-by .
fuente: La Nación
Artículo Anterior