Pese al aumento de la ayuda social, la pobreza estructural argentina se mantiene
A una década del estallido social de 2001, el Estado multiplicó los programas sociales, que, sólo en el caso del plan Asignación Universal por Hijo y la entrega de jubilaciones a quienes no tenían aportes, alcanzan hoy a más de 5,5 millones de personas. Esto, sin contar un entramado de planes que se superponen sin información oficial precisa. Pero este aumento del presupuesto social y del crecimiento de la economía a «tasas chinas» no ha conseguido que deje de persistir un núcleo duro de pobreza, que está entre el 20 y el 25% de la población. Los expertos le ponen un nombre a este escenario: la Argentina «dual».
Para dos reconocidos centros de investigación, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica y SEL Consultores, la persistencia de un núcleo duro de pobreza se comprueba al medir las condiciones de hábitat, educación, situación laboral y alimentación, entre otras variables.
A fines de 2001, con el 38% del país sumido en la pobreza (ese porcentaje trepó al 57,5% en octubre de 2002 y a partir de allí empezó a caer), la Alianza intentó evitar el estallido social entregando 300.000 planes Trabajar. Lo que no pudo el gobierno de Fernando de la Rúa tampoco lo logró Eduardo Duhalde, quien, apenas un año después, distribuía más de dos millones de planes Jefes y Jefas de Hogar.
Una década después de las cacerolas y los muertos de 2001 la pobreza se mantiene en el orden del 20 al 25%, lo que representa unos 10 millones de argentinos.
Tras la recuperación económica que, de 2003 a 2011, llevó el PBI nacional de 127.000 millones de dólares a más de 440.000 millones. En vez de disminuir por el crecimiento a «tasas chinas» de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, los planes sociales se multiplicaron. Con una paradoja: según los estudios que emplean los índices oficiales no alterados por la intervención del Indec, el «núcleo duro» de la pobreza persiste. No por casualidad más de cinco millones de hogares hoy siguen sin tener una red cloacal o el servicio de gas en red (de lo que se informa por separado).
Para el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA y SEL Consultores, de Ernesto Kritz, la paradoja tiene un mismo nombre: la persistencia de una «dualidad estructural» o, a secas, de un «país dual», donde la desigualdad no cedió terreno y un cuarto de la población quedó atrapado en un «núcleo duro» de pobreza, «a pesar del crecimiento económico, la recuperación del empleo y del salario real de los trabajadores formales» y la multiplicación de planes sociales y ocupacionales.
«Se ha mantenido vigente un orden económico y social que ha impuesto barreras estructurales a la superación de la dualidad que atraviesa la sociedad argentina», sostuvo el director del ODSA, Agustín Salvia, en un balance del período 2004-2010 publicado por la UCA.
Para Kritz, esa situación involucra hoy entre 8 y 10 millones de personas. «El balance es dual, porque entre un 20 y 25% de la población ha emergido de la pobreza y se ha incorporado [o reincorporado] a la clase media baja desde el pico de la crisis; pero cerca de un cuarto de la población permanece en estado de privación no obstante los ocho años de elevado crecimiento.»
Lo preocupante es que, en el balance de la década, ambos investigadores coinciden en que 2007 volvió a marcar una bisagra en los índices de creación de empleo y mejora social del país, que no se revirtieron con la recuperación económica de 2009. A similares conclusiones llegan otros investigadores más próximos al Gobierno, como Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo, de la UBA, que pone en duda la disminución de la pobreza que continuó reflejando el Indec -intervenido desde 2007- en los últimos años, a pesar del «exiguo» crecimiento del empleo.
Los números del Indec asombran por su optimismo: a pesar del freno económico de 2007, sumado a la inflación y la crisis internacional de 2008, la pobreza, según el organismo controlado por Guillermo Moreno, pasó de 23,4% (primer semestre de 2007) a 8,3% en 2011. La indigencia, a su vez, cayó del 8,2 al 2,4%.No opinan lo mismo las consultoras privadas y los centros de investigación social que muestran cifras superiores a las oficiales.
¿Qué pasó, en cambio, con el gasto social? Según un estudio de la Fundación Siena, el presupuesto 2012 eleva al 60% el gasto social (303.028 millones de pesos) y destina las mayores subas a las jubilaciones y planes sociales (39% más que en 2011).
LA NACION intenó sin éxito consultar de este tema a los Ministerios de Desarrollo Social y Trabajo y a la Anses. Sin embargo, los datos oficiales a los que se pudo acceder muestran un aumento significativo de la cantidad de beneficiarios de planes sociales en la última década.
En 2001, había 300.000 planes Trabajar que dieron paso a dos millones de personas del plan Jefes y Jefas de Hogar. En 2009 se sumaban a los planes alimentarios y los programas provinciales y municipales unas 8 millones de personas.
Luego de la derrota electoral de 2009, el kirchnerismo creó el Plan Argentina Trabaja que originalmente estaba pensado para 250.000 personas y que hasta ahora tien unos 150.000 benefieciarios en todo el país, concentrada la mayoría en Buenos Aires. Después, la presidenta Cristina Kirchner puso en marcha el plan de Asignación Universal por Hijo, que alcanzó a 3,5 millones de niños.
fuente: La Nación