Casi el 60 por ciento de las empresas argentinas tiene a sus trabajadores sindicalizados
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La sindicalización en la Argentina crece. Y en momentos en que los gremios recobraron su peso político y exigen reformas, como el aumento al piso de ganancias, trabajadores e incluso algunos empresarios hablan de las ventajas de los nuevos tiempos en esta materia.
La cantidad de afiliados a un sindicato sobre el total de los trabajadores registrados, lo que se conoce como tasa de sindicalización, está en un 37% en el sector privado, según una encuesta del Ministerio de Trabajo. Desde la salida de la convertibilidad hay una tendencia ascendente. Especialistas privados hablan de una tasa que estaría entre el 40 y el 45 por ciento.
Los datos oficiales arrojaron que el 56% de las firmas cuenta con al menos un trabajador afiliado a un sindicato. Pero en las compañías grandes esa proporción se eleva al 84%. El transporte, el almacenaje y las comunicaciones son los rubros con más nivel de afiliación. Detrás vienen la construcción, la industria manufacturera, el comercio y los restaurantes y hoteles.
«La relación laboral es necesariamente asimétrica», explica Mariana González, economista investigadora del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). «Por eso los trabajadores necesitan de la asociación colectiva para negociar salarios y mejorar las condiciones.»
Esta asociación se traduce actualmente en la negociación colectiva, que ha vuelto a funcionar hace ocho años en el país. Implica que cada sindicato negocia las condiciones de trabajo con sus empleadores con la mediación del Estado, representado por autoridades del Ministerio de Trabajo. Allí se discuten aumentos salariales y adecuaciones a los convenios.
«La negociación colectiva es la expresión del diálogo social que nosotros queremos», dice uno de los vicepresidentes de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, y agrega: «El diálogo social fue declarado imprescindible por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y tiene que ver con el reconocimiento recíproco de trabajadores y empresarios en un marco de comunicación, racionalidad, confianza y respeto».
El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Luis Biolcati, también encuentra ventajas en la sindicalización y destaca la labor de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre). «Trajo muchas ventajas tanto para el personal como para el empresariado. Solucionamos problemas de común acuerdo y la relación es positiva.»
Pese a la actual tasa de sindicalización, el total de empresas con delegados era de sólo el 12,4% en 2005, según los últimos datos oficiales. No obstante, es probable que en la actualidad esa cifra se haya elevado levemente gracias al fallo de la Corte Suprema en el que se permitió a un sindicalista ser delegado de su lugar de trabajo sin necesidad de estar afiliado al sindicato más representativo de la actividad. De ese porcentaje, el 61,1% está en grandes empresas; el 31%, en firmas medianas y el 7,5%, en las pequeñas.
El secretario de capacitación y formación profesional de la CGT y jefe del sindicato de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid, afirma que la existencia de las comisiones internas en las empresas aporta «la voz de los trabajadores frente a la empresa», por lo que lo consideró un hecho «fundamental». En la misma línea, el director de recursos humanos de Fiat Auto, Guillermo Cuello, estima: «Es una necesidad tener un referente de los trabajadores para atender necesidades del trabajo y para las negociaciones colectivas. Las comisiones internas, al estar en el mismo ámbito de trabajo, conocen el sentir de cada trabajador y facilitan el diálogo».
Respecto de la dificultad para conseguir la presencia de delegados en una empresa, Schmid considera: «Lo primero que hay que hacer es ganar la voluntad de los compañeros. No es posible ganar en las empresas si los compañeros no manifiestan su voluntad de expresarse sindicalmente. El resto del sindicalismo tiene que trabajar para que haya libertad de sindicalización».
Funes de Rioja advierte sobre las problemáticas habituales en la representación de los trabajadores: «El delegado muchas veces no se elige porque es un buen trabajador, por sus condiciones, sino porque representa el interés contrario. Y muchas otras veces el delegado se aprovecha de su rol y no cumple con su trabajo».
Tanto sindicalistas como académicos hablan de los beneficios de la sindicalización poniendo el foco en el salario. «Desde 2003 hasta la actualidad, los trabajadores asalariados registrados lograron mejoras salariales más altas que los asalariados en conjunto», dice González.
«Que existan organizaciones implica que a la hora de hablar de salarios y condiciones, las empresas cuentan con un interlocutor claro, por lo que pueden canalizar mejor los conflictos», agrega la investigadora de Cifra. Cuello concluye que en Fiat «el propio sindicato es parte en el objetivo común de construir un mejor lugar de trabajo para todos».
fuente: La Nación