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Cada dos días, una persona se autosecuestra en la Argentina

Cada dos días, una persona se autosecuestra  en la Argentina
Mónica V. tiene 22 años. Está casada con un hombre 11 años mayor. Perdió una suma de dinero que le había dado su marido. No le quiso decir nada para evitar problemas conyugales y no tuvo mejor idea que inventar un secuestro extorsivo. 
Fingió que dos hombres la habían capturado en la calle. Su libertad tenía un precio: 50.000 pesos. No hubo una llamada extorsiva, sí un mensaje de texto desde su teléfono celular, en el que se le exigía a su esposo el rescate. Pero la mentira duró sólo horas. Pasó de víctima a acusada. Fue imputada por el delito de tentativa de extorsión. 
Su caso no es una excepción en la provincia de Buenos Aires. Entre el 15 de diciembre y el 15 de enero últimos hubo 15 casos. El pico fue durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo, cuando se investigaron ocho falsos secuestros. Las supuestas víctimas terminaron siendo investigadas. 
Los móviles de los autosecuestros, según explicaron fuentes policiales, se originan por conflictos familiares o discusiones económicas. 
Mónica V. quedó al descubierto cuando confesó todo ante los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Almirante Brown, que estuvieron a cargo de la investigación. 
«En vez de solucionar los problemas hablando, la gente prefiere inventar una historia, que siempre termina mal. En la mayoría de los casos, la víctima se quiebra y cuenta la verdad», agregó un investigador. 
De los 15 hechos investigados entre el 15 de diciembre y el 15 de enero últimos, uno se corrió de los carriles habituales de la simple mentira: una mujer contrató a tres delincuentes para que la secuestraran. 
El objetivo de la falsa víctima era «arruinar económicamente a su ex marido y obtener la tenencia definitiva de su hijo de 14 años», informaron fuentes del Ministerio de Seguridad bonaerense. 
La mujer lo había planificado todo. Los tres delincuentes que eligió para llevar adelante el «trabajo» tenían antecedentes penales. «A cada uno le encargó una tarea distinta para que su plan no fallara», recordó una fuente policial. 
Todo comenzó el 26 de diciembre pasado, cuando un hombre, residente de Luján, recibió una llamada telefónica en la que le aseguraban que su ex mujer había sido secuestrada. Los delincuentes le avisaron que se volverían a comunicar con él para darle las instrucciones de cómo pagar el rescate. Le advirtieron que no se comunicara con la policía porque la vida de su ex esposa estaba en peligro. 
«Pablo», como la policía identificó al hombre que recibía las llamadas extorsivas, intentó comunicarse con su ex mujer, pero como no pudo localizarla, pensó que era cierto lo del secuestro.
Las llamadas extorsivas continuaban. Los delincuentes amenazaban con hacerle daño a la víctima. En una de las comunicaciones, «Pablo» pudo hablar con su ex esposa y ella le imploró que hiciera todo lo posible para ayudarla. 
El hombre, a pesar de las amenazas, denunció el hecho. En ese momento tomó intervención la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Mercedes y el fiscal federal Diego Luciani. 
La primera conclusión de los investigadores fue que la banda tenía conocimiento de cómo organizar secuestros extorsivos. El lugar donde se debía pagar el rescate le llamó la atención a la policía. «Era una zona boscosa, despoblada y sin salidas alternativas», dijo un vocero policial. 
Entonces, los investigadores entendieron que la intención de los secuestradores era acorralar a «Pablo». Decidieron abortar el pago del rescate. Con 150 policías, idearon un operativo cerrojo. 
«Estaba claro. El objetivo de los delincuentes era hacerle pasar un muy mal momento al ex esposo de la mujer que los había contratado. Su vida corrió peligro», afirmó una fuente policial. 
La protagonista del supuesto secuestro fue liberada en la ruta 5, en Jáuregui. Relató una y otra vez que sus captores la habían maniatado y encapuchado, y que en la casilla donde había estado cautiva le golpearon el rostro. 

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