Buenos Aires: advierten sobre la falta total de controles en la venta de pirotecnia
Cada año, la calidad de la pirotecnia que se comercializa en vísperas de Navidad y Año Nuevo resulta un problema difícil de descifrar. La mejor muestra de ese acertijo ocurre en la ciudad de Buenos Aires, la zona de mayor comercialización de fuegos de artificio de todo el país, donde intervienen cinco reparticiones de control diferentes que pocas veces coordinan acciones en común.
Los lugares de venta son recorridos por inspectores de la Agencia Gubernamental de Control (AGC) del gobierno porteño, que controla la habilitación de los comercios; por sus pares de la Dirección de Mantenimiento Urbano del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, que deberían revisar la venta ambulante; por funcionarios del Registro Nacional de Armas (RENAR), que dice velar por la calidad de la pirotecnia; por bomberos de la Policía Federal, que verifican los planos contra incendios; y por observadores de la Defensoría del Pueblo, que se dedican a analizar por qué tan pocos comercios y locales cuentan con los permisos necesarios.
Aunque los inspectores porteños calculan que existen 500 establecimientos de venta y almacenamiento de pirotecnia en toda la ciudad, una inspección reciente de la Defensoría del Pueblo reveló que la División de Prevención de Bomberos no tiene los planos contra incendios de ninguno de los locales controlados, que la mitad de los comercios no tiene la certificación de Aptitud Técnica de Instalación (ATI) que emite el RENAR y sólo un local tenía los trámites exigidos por la ley 123, que fija las condiciones ambientales para estos establecimientos.
Según la Cámara Argentina de Empresarios de Fuegos Artificiales, la industria factura más de 15 millones de pesos por año, vende el 70% entre Navidad y Año Nuevo y más de la mitad se comercializa entre la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, la zona que alberga la mayor cantidad de fábricas de pirotecnia ilegal. Sin embargo, las cifras del sector no alcanzan a reflejar la venta clandestina.
En el RENAR dicen que realizan inspecciones todo el año, pero en lo que va de 2008 sólo se incautaron 35.000 kilos de pirotecnia ilegal en Salta. Por el contrario, los inspectores de la AGC porteña consideran que “el momento crítico es entre el 24 y el 5 de enero”, cuando los distribuidores ilegales salen al mercado 48 horas antes de Nochebuena y proveen a miles de vendedores ambulantes que trabajan en los barrios de Once, San Cristóbal, Constitución y Liniers entre el 24 de diciembre y el 5 de enero.
Vanesa Berkowski, directora de Fiscalización y Control de la AGC, explicó que “en esos cuatro puntos críticos ya se inspeccionaron 250 locales y otros 250 kioscos: de ellos se clausuraron 8 y les decomisaron la mercadería a 10, además de multar a otros 28”. Sin embargo, el Defensor del Pueblo Adjunto, Atilio Alimena, cree que esos esfuerzos no son suficientes: “La venta clandestina duplica el monto de facturación de la venta legal, se almacena en cualquier lugar y la totalidad de sus depósitos son desconocidos y no cuentan con ninguno de los recaudos legales”, contemplados en el capítulo de protección contra incendios del Código de Edificación y en el apartado sobre pirotecnia del Código de Verificaciones y Habilitaciones.
Los fabricantes apuntan las mayores culpas al circuito clandestino. “La pirotecnia ilegal se produce en el conurbano dentro de fábricas en desuso; el problema es que luego es distribuida a los vendedores ambulantes”, dijo Antonini. Pero para Alimena, la peor amenaza es “la incongruencia entre todas las reparticiones”, ya que esto permite que “haya cientos de negocios y sucuchos, que tienen abundante cantidad de cajas y que dicen ser mayoristas, sin contar a los ambulantes que ya nadie controla”. Esa función está a cargo de la Dirección de Mantenimiento Urbano del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño. Consultados por este diario, sus voceros confirmaron que en lo que va del mes, “no hubo operativos de control”. Como tantas otras temporadas, la venta clandestina de pirotecnia puede ser el negocio del año y también el más peligroso.
Fuente: Crítica de la Argentina