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Un estudio médico argentino asocia las crisis económicas con un aumento de los ataques al corazón

Un estudio médico argentino asocia las crisis económicas con un aumento de los ataques al corazón


El trabajo revela que durante la crisis asiática y el fin de la convertibilidad hubo un aumento de los casos de argentinos que fallecieron por problemas cardiovasculares. Esos picos de mortalidad por fallas del corazón se produjeron en contrapunto con un descenso de los fallecimientos en el período 1995-2005.
Las crisis económico-financieras no sólo producen desempleo y recesión. Gracias al profundo estrés emocional que ocasionan, también causan más muertes por infartos y por accidentes cerebrovasculares (ACV). Las crisis matan gente. Eso es lo que demuestra un estudio de cardiólogos argentinos que analizó el impacto de la crisis del sudeste asiático (1998-1999) y de la caída de la convertibilidad (2001-2002) sobre la evolución de la tasa de mortalidad cardiovascular.
«Durante los años de las crisis estudiadas, la caída de la tasa de mortalidad no sólo se detuvo, sino que incluso se incrementó la mortalidad asociada al infarto y al accidente cerebrovascular (ACV) -indicó el doctor Alvaro Sosa Liprandi, coautor del estudio-. En la crisis de 1998-1999, por ejemplo, la mortalidad cardiovascular se incrementó un 5,4%, mientras que en la de 2001-2002 la tasa de ACV aumentó un 13% en los menores de 65 años.»
«Si bien la tasa de mortalidad por enfermedad cardiovascular descendió un 24,72% entre 1995 y 2005, esa tendencia descendente se vio interrumpida en dos ocasiones: la primera, durante la crisis del sudeste asiático, y la segunda, tras la caída de la convertibilidad», dijo a LA NACION la doctora María Inés Sosa Liprandi, coordinadora de investigación cardiovascular del Sanatorio Güemes y principal investigadora del estudio, cuyas conclusiones publicó online la Revista Argentina de Cardiología .
Estos porcentajes pueden ser traducidos a números de muertes concretas. Los investigadores calcularon cuántas muertes extras en un año causó cada crisis por sobre el número esperable según la tendencia de la curva de mortalidad cardiovascular.
Como resultado de la crisis del sudeste asiático, en 1999 murieron en todo el país 3027 personas más por enfermedad cardiovascular que en 1997, de las cuales 2379 fueron por infarto agudo de miocardio.
Pero así como la crisis del sudeste asiático tuvo un mayor impacto sobre el corazón de los argentinos, la que se asoció a la caída de la convertibilidad hizo mella en la cabeza. De las 708 muertes extras por enfermedad cardiovascular que se produjeron en 2002 en comparación con 2001, 619 fueron por ACV. ¿Por qué una crisis se ensañó con el corazón y la otra con el cerebro? Ese es un interrogante para el que los expertos aún no tienen respuesta.

Otras investigaciones
Investigadores de la Universidad de Duke, por ejemplo, evaluaron el comportamiento de la tasa de mortalidad por infarto en relación con la fluctuación del índice Nasdaq para concluir que entre julio de 2008 y enero de 2009 la tasa de infartos se incrementó en sintonía con la caída de ese índice bursátil de Nueva York, para luego retraerse a medida que el Nasdaq se recuperaba.
En la Argentina, un estudio precursor sobre el impacto local de las crisis fue el que realizó el doctor Enrique Gurfinkel, de la Fundación Favaloro, que analizó sus efectos a partir de 3220 hospitalizaciones ocurridas entre 1999 y 2004, y consignadas en el Registro Global Multicéntrico de Eventos Coronarios Agudos.
Las conclusiones a las que arribó son las mismas a las que llegaron los doctores Sosa Liprandi y sus colegas, que reconocen el trabajo de Gurfinkel como fuente de inspiración. Pero en el nuevo estudio no sólo se expandió el período a analizar (1995-2005), sino que también se recurrió a una base de datos nacional (del Ministerio de Salud) sobre causas de defunción, y sus registros se compararon con la evolución del producto bruto interno (PBI) de la Argentina.
Algunos datos macroeconómicos del período estudiado: la tendencia en ascenso del PBI se tuerce en 1998 y, con subas y bajas de por medio, acumula un descenso del 28% para 2002. El desempleo, en tanto, pasa del 12,4% al 18,3% entre 1998 y 2001, para alcanzar el 23,6% al año siguiente, mientras que la tasa de pobreza crece del 25,9% en 1998 al 38,3% en 2001 y al 57,5% en 2002.
¿Cómo se expresan en el cuerpo las crisis que jalonan el período analizado? «La incertidumbre económica genera pánico y estrés -se lee en el estudio-. Ese estrés produce un incremento significativo de la frecuencia cardíaca y la tensión arterial, con el consiguiente aumento de la demanda miocárdica de oxígeno y la rotura de placas [de colesterol] vulnerables», que son las que pueden obstruir una arteria cardíaca o cerebral.
El resultado, según las condiciones cardio y cerebrovasculares previas de cada persona, puede ser una insuficiencia cardíaca, un infarto o un ACV. «La tensión emocional puede interferir a través de distintos factores con el funcionamiento del aparato cardiovascular», agregó el doctor Sosa Liprandi, jefe de Cardiología del Güemes. En las conclusiones del estudio, él y sus colegas sostienen que se puede «considerar a las crisis económico-financieras un nuevo factor de riesgo psicosocial».
fuente: La Nación

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