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Opinión: Eva y Cristina, blancos de «odios sociales»

Opinión: Eva y Cristina, blancos de «odios sociales»
Las figuras de estas dos mujeres de la política despiertan en la sociedad sentimientos de todo tipo. En el diario Perfil Silvina Marquez propone miradas cruzadas sobre un fenomeno que se repite en nuestra historia cuando una mujer ejerce el poder.
Amor y odio. El peronismo siempre se ha manejado así. Y sus mujeres emblemáticas, Eva y Cristina, no podían ser ajenas. Una historia que va desde aquella pintada de “viva el cáncer”, a metros de donde agonizaba Evita, hasta las decenas de páginas contra la “Kretina” que abundan en Facebook. ¿Los mismos sectores que odiaron a la mujer de Juan Domingo hoy lo hacen con la viuda de Néstor?
La cuestión del supuesto odio hacia Cristina la levantó el filósofo Juan Pablo Feinmann al analizar el último cacerolazo, en septiembre. A Cristina, dijo Feinmann, las mujeres la odian porque envidian sus éxitos, y los hombres porque saben que es una mujer inalcanzable para ellos. Su colega Ricardo Forster cree que se quedó corto: “Me parece que hay un sector, que es muy minoritario pero con presencia retórica fuerte, que está expresando un nivel de odio que no tiene ninguna relación con lo que viene sucediendo en la sociedad”. ¿Será así?
Beneficios y envidias. Para la periodista y escritora Araceli Bellotta, autora de Eva y Cristina, las razones de sus vidas, no hay dudas de que la Presidenta enfrenta odios, como lo hizo Eva. “Con sólo repasar los cánticos del último cacerolazo es claro. Gritaban que Néstor viniera a buscarla”, dice a PERFIL. ¿Por qué el odio? “Es de los que se sienten menos beneficiados y, en verdad, detestan que se beneficien las clases más bajas”. Sylvina Walger, que escribió una controvertida biografía de Cristina, cree que en sectores populares puede haber “bronca”, pero que el odio se da en la clase media. “Hay una clase acomodada, chicas que viven en Belgrano y con madres que se sienten jóvenes, que la banca mucho. El verdadero odio anida en la clase media pretenciosa y catolicona. No soportan el matrimonio gay, el liberalismo de las costumbres y el mundo de las señoras gordas. El centro del odio está ahí”. Para Walger, “en Anchorena y Santa Fe la detestan. Detestan su ropa. A veces me da la sensación de que la envidian”.
Para el sociólogo Emilio De Ipola, el hecho de que tanto Eva como Cristina sean mujeres hace que sumen algún resentimiento de género, porque “hay mujeres que entienden que el oficio de gobernar es cosa de hombres”. La senadora Norma Morandini no está de acuerdo: “Las mujeres ya no tenemos que gritar para que nos escuchen, tenemos las leyes que legitiman la igualdad y la razón de los argumentos, somos casi el 35 por ciento en los parlamentos, tenemos una mujer en la presidencia y seguimos victimizándonos”. 
Revolución y relato. Por su parte, el filósofo Silvio Maresca cree que, en realidad, hoy se debe hablar de desprecio hacia Cristina antes que de odio. “Hay sectores a quienes les irrita su arrogancia, su autoritarismo, su agresividad, su actitud despectiva hacia los demás, sobre todo hacia quienes piensan diferente que ella. Cristina irrita, molesta, pero las transformaciones sociales que ha emprendido son demasiado tímidas como para generar odios mortales. Evita en su momento fue revolucionaria en muchos sentidos, Cristina sólo lo es en el ‘relato’”.
Para el poeta y ensayista Angel Núñez, un intelectual de larga trayectoria en el peronismo, el problema con la Presidenta es que “es soberbia en su trato con la gente, habla desde una pretendida superioridad: explica, enseña; no pregunta ni acepta preguntas. Ordena, por eso pretende que le tengan miedo, y que así le obedezcan sumisamente”. 
¿Comparables? Si se puede comparar el odio que enfrentaron, ¿se puede comparar a Evita y a Cristina? “Es algo riesgoso”, dice el militante justicialista Julio Bárbaro, “aquel pasado está muy idealizado, como los recuerdos inalterables en su perfección, como para poder ser cotejado con este presente. La diferencia esencial para mí es que Perón y Evita están instalados en el espacio de los mitos nacionales respetados por todos, y el actual proceso transita por un sendero en el que todo sigue estando en discusión”.
La profesora de Historia Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) María Eugenia Santiago ve en común en ambas mujeres su elegancia, su oratoria y su fuerza espiritual, pero en dos épocas diferentes: “Evita estaba o se presentaba completamente subordinada a Perón; Cristina recuerda a Néstor como un compañero, muestra admiración hacia un colega, no un superior. Son dos sociedades diferentes: la de Evita, más tradicional; la de Cristina, más igualitaria”.
Araceli Bellotta coincide en que las comparaciones son difíciles porque son dos mujeres que vivieron en tiempos históricos distintos, “pero sin ninguna duda Cristina ha tomado la posta de Eva en muchas de las acciones”. 
Te amo, te odio. En el caso de Eva Perón, el odio cerril que enfrentó parece haber sido la contracara del amor que sus “grasitas” le profesaban. De Ipola cree que “el odio fue mayor a Evita: se la odiaba por lo que era, mientas que a Cristina por lo que hace. Evita era una actriz de clase baja, que buscaba el ascenso social y político para luego defender a los descamisados y atacar a la oligarquía”. Maresca repasa el derrotero de la figura de Evita: “Fue amada y hasta idolatrada por los pobres; fue verdaderamente odiada por las clases altas y, en sus últimos años de vida, por amplios sectores de las clases medias. Después eso cambió, hasta convertirse hoy en un ícono popular”. Para Bellota, sin embargo, si Eva hoy es respetada por todos los sectores es porque está muerta. “Si estuviera viva, los sectores que hoy insultan a Cristina insultarían a Eva como lo hicieron en su tiempo”.
El historiador Claudio Chaves, autor de El Perón liberal, cree que hoy “no hay un odio, en términos generales. Hay sentimientos refractarios a la soberbia y la altanería de Cristina. Los sectores intelectuales progresistas la aman y no entienden que otros no la quieran. Son ellos los que hablan de odio, no la gente”. Para Chaves, lo que ocurre “es al revés de lo que pasaba con el peronismo histórico. Ayer la oposición odiaba a Perón y lo manifestaba. El odio estaba en la oposición. Hoy, el odio está en el Gobierno. Ellos nos odian o, en tal caso, para no ser tan duro, nos desprecian. Porque para ellos hay una gran porción de los argentinos formada por conservadores”.
La senadora Morandini prefiere hablar de resentimiento en la sociedad contra el que tiene un poco más. “Desde el Gobierno han estimulado una cultura de no respetar. Ellos lo han instalado cuando empezaron, a través de los canales públicos, a descalificar y burlarse”.
Según Chaves, el reverso del odio que sufrió Evita –y que no existe hoy en el caso de la Presidenta– es el amor que los sectores populares sentían por la Abanderada de los Humildes: “A Eva la amaban o la odiaban. Cristina no genera amor. Por lo menos en la mayoría de los sectores humildes, obreros y de clase media. Votarla es una cosa; amarla u odiarla es otra”.

fuente: Perfil

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