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Buenos Aires es la cuarta ciudad del mundo con más ruido

Buenos Aires es la cuarta ciudad del mundo con más ruido
Supera ampliamente los 70 decibeles considerados como margen tolerable para el oído humano. La ciudad está detrás de Tokio, Nagasaki y Nueva York.
El tránsito es uno de los mayores causantes de contaminación sonora de las grandes urbes, y en Buenos Aires se nota. Mediciones de ruido realizadas en días hábiles -cuando hay mayor circulación de colectivos y camiones- y en feriados dejan constancia del impacto vehicular en el ambiente. Las estadísticas también lo confirman: la Capital es una de las cinco ciudades más ruidosas del mundo. Está detrás de Tokio, Nagasaki -ambas en Japón- y Nueva York, y por delante de San Pablo.
Las bocinas de autos y camiones, las sirenas y las frenadas, sumadas a las emisiones que producen los motores -sobre todo en horas pico?, exponen a los porteños a decibeles (dB) que, según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), son dañinos.
El límite impuesto por ese organismo supranacional es 70 dB: en ese nivel, el ruido es «molesto», y superarlo durante un tiempo prolongado implica riesgo para la salud.
«El daño que se produce depende no solamente del nivel del ruido, sino también del tiempo de exposición a él», explica Alejandro Gajardo, ingeniero civil acústico.
Desde la Agencia de Protección Ambiental (APRA) porteña admiten que la mayor fuente de contaminación sonora en la ciudad es el transporte urbano, tanto liviano como pesado. Como medida de control se toman emisiones sonoras sobre los caños de escape. Hasta noviembre de este año fueron controlados 25.514 colectivos; 14 estaban en infracción. Además, se inspeccionaron 12.213 vehículos de carga, de los cuales 1395 estaban en infracción.
LA NACION comparó el nivel de ruido de un día laboral, en horario pico, con el de un día feriado, en el que se reduce la influencia del tránsito pesado. Con auxilio de especialistas y un sonómetro, se midió el ruido en esquinas de la ciudad donde la circulación de camiones y colectivos es muy frecuente.
Los puntos elegidos fueron Córdoba y Madero, en el Bajo; Carlos Pellegrini y Corrientes, en pleno centro, y Pueyrredón y Corrientes, en la zona de Once. Para la prueba se midió el ruido durante tres minutos en cada esquina, un viernes entre las 17 y las 18.30 y el domingo siguiente, entre las 8.45 y las 9.30.
La esquina más ruidosa resultó ser la de Córdoba y Madero, por donde además de autos y colectivos circulan mayormente grandes camiones de carga que van y vienen al puerto. Allí el sonómetro marcó un promedio de 80 dB en el día hábil y un pico de 102 dB. En el mismo punto se registró un promedio de 71 dB el domingo, con un máximo de 81 dB.
Alrededor de ese rincón porteño se concentran oficinas y algunas viviendas. «Durante el día hay momentos en que en casa tenemos que cerrar las ventanas para poder hablar y escucharnos, y ni hablar de cuando hay congestión de tránsito y todos se prenden de la bocina. Pero lo peor es que a la noche el ruido no baja», cuenta Enzo Quiroga, que viven en un edificio de la zona.
Pueyrredón y Corrientes es otro cruce en el que resulta imposible mantener una conversación cuando el semáforo da verde. En esa esquina el promedio obtenido el viernes fue de 81 dB y el máximo, de 91 dB. El domingo se registró un máximo de 87,2 dB y una media de 77,4 dB.
Como se desprende de las mediciones, casi ningún valor se sitúa por debajo del límite tolerable de los 70 dB fijado por la OMS. Desde la APRA confirmaron la apreciación de Enzo Quiroga, el vecino de Córdoba y Bouchard, acerca de que el ruido es elevado en forma permanente.
«Existe una escasa diferencia entre los valores diurnos y nocturnos, que no alcanza los 5dB», dijeron. La agencia porteña realiza mediciones periódicas de contaminación sonora a través de dieciséis torres de monitoreo.
El problema del ruido no consiste sólo en las molestias que genera, sino en sus consecuencias sobre la salud. Estudios recientes indican que el 30% de la población argentina de entre 10 y 24 años -unos 3.000.000 de personas- tendrá en el futuro trastornos auditivos debido a la contaminación sonora. Éstos pueden ir desde acúfenos (tener zumbidos) hasta pérdida de audición o dificultades para la comprensión.
fuente: La Nación

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