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Miradas: el miedo «a dejarse» dentro de las parejas en crisis

Miradas: el miedo «a dejarse» dentro de las parejas en crisis
Es unas de las problemáticas más comunes que surgen en las consultas. El fenómeno se ve potenciado por el nuevo concepto de pareja que ya no se plantea el vínculo «para siempre».
Los especialistas lo ven con claridad: el miedo a ser abandonados ya aparece –en primer o en segundo plano– en la mayoría de las crisis de pareja. “Pueden venir porque hay falta de comunicación o de lo que sea pero lo que siempre está, en el fondo, es un enorme temor a que esas grietas puedan terminar en un abandono”, introduce Carlos Antar, psiquiatra y ex coordinador del Departamento de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Además, coinciden los terapeutas, como las parejas ya no se piensan “para toda la vida”, el temor a que el otro desaparezca o a que ese miedo siempre se interponga a la hora de formarlas, ya se convirtió en uno de los principales motivos de consulta.
Están los que, cegados por ese temor, actúan de forma lineal: “Generan vínculos en los que se ponen al servicio del otro, hacen todo lo que el otro quiere y lo convierten en un amo al que asisten. El vínculo se caracteriza en poner todo el esfuerzo en no ser abandonados”, describe Antar. Incluso hay quienes se quedan al lado de alguien que los maltrata, emocional o físicamente, pero les dan la garantía de que siempre van a estar ahí. “En muchos casos se termina generando una dependencia emocional: se trata de personas que vivieron abandonos primarios –y para eso basta con que sus padres no hayan comprendido sus necesidades afectivas – y, cuando crecen, construyen vínculos en los que vuelve a estar presente la amenaza de abandono. El paso que sigue frente al profundo sentimiento de indefensión y el pánico a que lo dejen, son las situaciones explosivas , a veces con desenlaces violentos”, agrega. El caso de Susana Freydoz, la mujer que después de 40 años de pareja mató a su marido, es el ejemplo más elocuente. Su marido le había dicho que se iba a mudar a la residencia de gobernadores pero sin ella.
Sin embargo, los miedos suelen tener otras máscaras: “Para la psiquis es más doloroso ser abandonado que abandonar, entonces también están los que empiezan a boicotear las relaciones con excusas: no les gusta una persona porque se ríe mucho y tampoco la otra porque se ríe poco. Y en lugar de actuar de una manera adulta, aparece el niño: cortan una relación por mail, culpan al otro de lo que le pasa, se esconden aterrorizados”, descifra Myriam Delfini, facilitadora gestáltica, una especialización que ya se da en universidades. “Sucede que ese miedo inconsciente es tan grande que, aunque encuentre a una persona fantástica, en el momento en que el vínculo crece y demanda mayor intimidad, se desconecta, se anestesia y cierra el corazón. Todo eso por temor a lo que pueda pasar después. Es doloroso sí, pero menos que ser abandonado”, descifra.
Entrega sí, pero sólo del cuerpo: “Estas personas pueden mantener relaciones con cierto nivel lúdico, desde el lugar del placer, de la sexualidad. Pero, muchas veces, cuando empiezan a sentir un pedido de afecto, lo viven como una invasión. Para ellos, uno de los momentos trágicos de la relación es cuando el otro le pregunta ¿en qué estás pensando? La sensación es que el otro se le puede meter dentro de la cabeza”, dice Antar. Y en este micromundo blindado a la posibilidad de entregarse y luego sufrir, todo lo que no sea cuerpo resulta impenetrable.
“Aparece el niño”, dicen. Es que estos temores “vienen de experiencias infantiles que dejaron un sesgo. No necesariamente de alguien que haya sido abandonado en sentido literal sino que se haya sentido así. Ese enorme sentimiento de inseguridad puede estar ligado a no haber sido tenido en cuenta, a no haber sido mirado con interés o ternura, a que no hayan tenido en cuenta sus necesidades”, agrega Rosalía Álvarez, psicoanalista especializada en pareja y familia. “¿Por qué suele volver a despertar con una pareja? Porque en la pareja, muchas veces, se reedita el vínculo primario. Es común que uno no recuerde esos momentos en los que sintió el abandono, pero vuelven así: en la repetición uno recuerda”.
fuente: Clarín

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