En la Argentina, la cuarta de los hogares argentinos tiene algún problema de déficit habitacional
La Argentina muestra enormes contrastes sobre la calidad de la vivienda.
Mientras en Formosa la mitad de los hogares tiene algún tipo de problema habitacional en la ciudad de Buenos Aires apenas el 10 por ciento padece algún problema.
Ningún rincón del país escapa al déficit habitacional. Pero la distribución de esos hogares precarios o de tenencia irregular marca enormes diferencias entre las provincias. La suma de las partes es mucho más que el todo, o al menos, no lo representa.
Del análisis surgen enormes disparidades. Por ejemplo, mientras en Formosa 1 de cada 2 hogares experimenta algún tipo de déficit habitacional, en la Ciudad de Buenos Aires es carencia se reduce a 1 de cada 10.
La cantidad de familias que viven en ranchos, casillas, pensiones, inquilinatos, locales, casas precarias o bien posee una unidad de modo irregular (la ocupa ilegalmente, vive de prestado o en su lugar de trabajo). A nivel país, el 25,4% de los hogares, unos 3.095.312, sufre esta posee algún tipo de déficit de vivienda ; mientras que al momento del Censo 2001 era del 30%. El dato surge de una comparación entre ambos censos en todas las jurisdicciones según el régimen de tenencia del hogar.
Si bien en todas las jurisdicciones hubo progresos en diez años, los problemas de acceso a la vivienda parecen ser estructurales. Claramente el Norte argentino es el área más perjudicada y que evidencia la falta de oportunidades en el acceso a una vivienda digna: en Formosa, Chaco y Misiones, el déficit habitacional promedia al 50% de los hogares. En todas ellas el mayor problema es la presencia de casas con piso de tierra o ladrillo suelto o que no poseen agua por cañería o inodoro.
En el otro extremo están la Capital Federal, La Pampa y Santa Cruz con porcentajes que oscilan entre el 13,1% y 18,8%. Asimismo, el conurbano bonaerense es el área más representativa de la media nacional con 25,7%.
Se consideraron a todos los hogares que revisten condición «precaria» (casas precarias, ranchos, casillas, pensiones, inquilinatos, locales y viviendas móviles) y de «tenencia irregular» (casas y departamentos ocupados, prestados para vivir u ocupados por relación de dependencia).
El alto crecimiento de la economía no resolvió el problema habitacional. Se edificaron nuevas viviendas sociales, pero también nuevas casillas.La receta del crecimiento alto económico no resolvió al problema de la vivienda digna, aunque también vale considerar que a cada gobierno local le cabe su cuota de acción.
Esta tesis encuentra sustento en zonas muy poblados. En 2010 el observatorio Infohábitat de la Universidad Nacional de General Sarmiento encontró un crecimiento de villas y asentamientos en el área metropolitana de Buenos Aires. Aunque contribuyen al fenómeno, la pobreza y la migración no son las únicas explicaciones posibles: el alto precio de la tierra para los sectores populares, el agotamiento de suelo ocioso con servicios públicos y las dificultades para adquirir tierra legalmente son elementos decisivos.
De acuerdo a un informe de SEL Consultores, especializados en economía y desarrollo, en los centros urbanos del país, más de la mitad de la población alquila o vive en condiciones de carencias graves o hacinamiento. En todos estos hogares el crédito hipotecario barato sólo es equiparable a un sueño: en uno de cada tres nadie trabaja en blanco y el promedio de sus ingresos familiares no superan los $4500.
Los datos oficiales son por demás elocuentes: en 2003 el crédito hipotecario era 2,9% del PBI; en 2007, un año después del plan gubernamental de inquilino a propietario , pasó a 1,7%; y en 2011, 1,3%.
La caída del crédito hace que más gente entre al régimen de alquiler y que el mismo se encarezca. Hace cinco años el 16,5% de los hogares era alquilado; hoy llega al 19,8%, según un trabajo de SEL sobre los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC.
Hace poco más de dos semanas, el Gobierno nacional lanzó el Programa de Créditos Argentinos (Procrear) que promete prestar hasta $350.000 para edificar o comprar una vivienda. Se fondea con dinero de la Anses y tiene una tasa de interés promocional. Quizás los principales beneficiarios sea la clase media que alquila.
A los sectores más pobres, donde residen las condiciones más dramáticas y recurrentes del déficit de vivienda, les será extremadamente difícil conseguir un crédito a 20 años (aunque sea barato). La alta incidencia del empleo en negro, la inestabilidad laboral y los bajos ingresos les hace casi imposible obtener uno de estos préstamos.
El gran núcleo de déficit habitacional está en la base de la pirámide: 7 de cada 10 personas con carencias hogareñas están en el 20% más pobre de la población y viven hacinados, sin baño y/o sin título de dominio formal de su casa.
fuente: La Nación
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