Aumentan los casos de chantajes a gays no confesos
Hasta 2009, las cosas eran doblemente adversas y el escenario aún más hostil en materia de sobornos sexuales, amenazas de divulgar los secretos de alcoba y dinamitar así familias enteras y carreras por los aires. La ley estipulaba que recién a partir de los 21 años un hombre dejaba de ser menor de edad –de hecho, en el caso del comerciante que recibió la visita de la policía, el joven involucrado tenía 21–. Pero a fines de año, se reformó el Código Civil y la minoría de edad retrocedió tres años. Hoy, a una persona de 19 ya se la considera mayor de edad, responsable y en sus justos cabales. Y en estos casos, no hay denuncia por corrupción de menores que valga.
Cuando reciben una denuncia de extorsión de esta clase, los asesores jurídicos de la CHA suelen pedir cautela y dan instrucciones precisas, aun en medio de una situación delicada donde un paso en falso pone al denunciante al borde del abismo y lo empuja a un camino de brasas ardientes. “Cuando son amenazas por plata, depende del calibre, les indicamos que hagan las denuncias por extorsión o por amenazas coactivas”, dice Emiliano Litardo, asesor jurídico de la CHA. “Y les recomendamos, sobre todo, que no vayan a la policía. Hemos podido comprobar, que existe mucha homofobia en la fuerza. Le indicamos a los que vienen que vayan mejor a radicar la denuncia a la fiscalía, pues el fiscal tiene la obligación de iniciar un sumario de investigación. Además, como muchos aún no salieron del closet, ir a la comisaría del barrio puede ser tremendo para ellos y su imagen. Acá, en general, las víctimas son gente de clase media alta de más de 45 años, profesionales, que reciben las amenazas de divulgar su identificación sexual en su ámbito familiar o laboral”.
Ahora bien, la modalidad del chantaje no sólo es en términos extorsivos monetarios. A veces, la búsqueda del victimario no tiene fines exclusivamente económicos. Iñaki Regueiro, abogado que asiste a la comunidad homosexual, dice que le tocó recibir de todo: “No siempre el chantaje es por dinero, a veces es por despecho o puramente por un instinto de homofobia. Hay gente que llama a los trabajos o a la familia diciendo: ‘Fulano es homosexual’ y punto. A veces, recibo casos donde más que contención jurídica uno debe dar una contención psicológica”.
Nota completa: criticadigital.com.ar