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El robo de celulares ya es la segunda instancia en la que se cometen homicidios

El robo de celulares ya es la segunda instancia en la que se cometen homicidios


El asesinato de Sandra Brikman ocurrido anteayer en el barrio de Nueva Pompeya puso al descubierto una tendencia: el robo de teléfonos celulares se convirtió en el segundo motivo en importancia entre los casos de robos que terminan en homicidios en el área metropolitana.

En 13 de los 91 homicidios dolosos conocidos a través de los medios de comunicación durante los últimos 60 días, en la Capital y el conurbano bonaerense, las víctimas fueron asesinadas para robarles sus teléfonos móviles.

Esta radiografía de la inseguridad en el área metropolitana reveló otro dato preocupante: más allá del motivo del robo, en el 20% de los casos las víctimas fueron asesinadas dentro de sus casas, supuestamente donde debían estar más seguras.

La principal causa de los homicidios fueron los asaltos en la vía pública para robar dinero en efectivo, mientras que el tercer móvil de los asesinatos por cantidad de hechos fue el robo de automóviles. Además de la maestra Sandra Almirón, en Derqui, y de la arquitecta Renata Toscano, en Wilde, otras siete personas fueron asesinadas para robarles su vehículo o la moto.

El listado de víctimas en esta modalidad delictiva, durante los últimos 60 días, se completa con el comerciante Juan Pedalino, el comisario retirado Pedro Ragone, el subteniente de policía bonaerense Marcelo Jáuregui, Gonzalo Etcharrán, Cristian Ariel Boria, Jonatan Darío Andrada y un jubilado de 65 años cuya identidad no trascendió.

Brikman, de 47 años y madre de tres hijos, fue asesinada por dos asaltantes que circulaban a bordo de una moto, le robaron el teléfono y le dispararon un balazo en el pecho cuando salió de su casa para dirigirse a una verdulería, en el pasaje Carlos Echagüe al 1300 de Nueva Pompeya (de lo que se informa en la página 12).

Con respecto al motivo que impulsa a un ladrón a matar para robar un teléfono móvil, fuentes policiales explicaron que el celular constituye un artículo fácil de reducir o de cambiar por dinero.

En las denominadas cuevas de celulares los aparatos se venden por 30 o 40 pesos sin importar si están o no manchados con la sangre de la víctima de un homicidio. Después de cambiar el ‘chip’, los comerciantes venden ese teléfono a $ 200 o $ 500.

‘Antes el ladrón robaba y si había alguna resistencia por parte de la víctima mataba. Pero las cosas cambiaron desde hace varios años, tal como ocurre en otros países latinoamericanos: primero se mata y después, eventualmente, se roba’, expresó Luis Vicat, comisario mayor retirado de la policía bonaerense y licenciado en Seguridad, al explicar las causas del aumento de la violencia en los robos.

Para corroborar este diagnóstico alcanza con revisar los archivos policiales y judiciales. Hasta hace diez años la modalidad delictiva conocida como ‘escruche’, tal como la policía denominaba el robo en una vivienda en ausencia de sus moradores, se concretaba únicamente cuando los ladrones estaban seguros de que no había nadie en casa. Además, los malvivientes que se dedicaban a esta modalidad delictiva en raras ocasiones andaban armados.
En la ‘paz’ del hogar

Una serie de trágicos episodios ocurridos en los últimos días confirma el cambio de tendencia. Por lo menos 18 de los 90 homicidios ocurridos en octubre y noviembre que trascendieron públicamente ocurrieron cuando las víctimas estaban en la seguridad de sus casas.

Así fueron asesinados Omar José Aristuche, Maximiliano Ponce, Juan Pablo Navarro, Haydée Villanueva y su hijo, Irene de Rosa y su hijo, Víctor Gastón Paggi, Augusto Francisco Krohn y Hermelinda Machín, entre otros. En la lista también figuran Walter Cayuela, su esposa, María Fernanda Márquez, y Fernando Márquez, padre de Fernanda. La familia fue asesinada en la casa en la que vivía, en Ituzaingó, el 12 del actual.

Recorrer el trayecto entre la casa y el trabajo o la escuela sigue siendo el momento más vulnerable para los vecinos del área metropolitana. En los últimos dos meses, por los menos 15 personas fueron asesinadas por ladrones que les robaron dinero en la vía pública. ‘Matar durante un robo anula la resistencia y facilita la impunidad porque los muertos no pueden identificar’, explicó Vicat.

Fuente: lanacion.com

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