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La plata, principal preocupación de los argentinos

Woody Allen cree que “el dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia”. Como sus películas, la frase es bienvenida en la Argentina: más que por el trabajo, la familia y la salud, los argentinos estamos preocupados por el vil metal. “Seguridad”, “poder” y “felicidad” son las palabras con que lo asocian. Las conclusiones pertenecen a un estudio realizado por la consultora Pulso Social Investigación dedicado a indagar “el valor del dinero en la vida de los argentinos”. Abarcó 560 casos en la ciudad de Buenos Aires y en el primer y segundo cordón del conurbano.

A la pregunta “¿qué es lo que más le preocupa en su vida personal?”, el 20% de los consultados respondió economía/dinero, el 18% trabajo, el 14% familia, el 13% salud, el 9% seguridad, el 8% estudio o bienestar y el 5% la profesión o la carrera.

“Si necesitara 5.000 pesos, ¿a quién se los pediría?”, se preguntó a los 560 encuestados. El 56% eligió a familiares y sólo el 16% al banco. Orgulloso, un 18% respondió que a nadie. Si los consultados se ganaran esos 5.000 en algún concurso, el 22% ahorraría, el 18% lo dedicaría al rubro “mejor vida / consumo” y el 15% encararía algún proyecto postergado. Sólo el 3% viajaría y un 1% se animó con la opción “operación estética”.

Andrés Stechina, estudiante de sistemas de información, cree que antes de la plata están la familia y la salud. Después, el trabajo y el estudio. Sus prioridades están claras: “El dinero es un medio de cambio, que puede mejorar la calidad de vida pero no tiene sentido como fin en sí mismo”. A sus 24 años, ya vio “infinidad de ejemplos de personas que, a pesar de tener suficiente dinero como para vivir largos años, siguen obsesionadas con generar más y más”. En su opinión, ese fenómeno “se originó por vivir en un país consumista por 10 años: la belle époque argentina”.

Carlos De Angelis, el sociólogo responsable del estudio, tiene una hipótesis en torno al tema: “Por nuestra historia económica, por la inmigración, por haber tenido todo y después nada, le damos una importancia en sí al dinero”. En la Argentina, continúa “la lógica del dinero es emocional. En cualquier país, para pedir un préstamo, sólo pensás en la tasa de interés. Acá creemos –no sin razón, es cierto– que nos la van a robar”. De Angelis confiesa que “antes de empezar con el trabajo estaba seguro de que el dinero se iba a asociar con la felicidad. Pero lo que en realidad apareció fue una mezcla de seguridad, poder y confianza”. También detectó “la idea de que en la Argentina tener plata es ilícito, por eso ‘prestigio’ fue una de las asociaciones que menos se hicieron”.

LOS SAJONES. Sólo en eso coincide con el empresario Eduardo Marty, para quien “aquí existe el concepto de riqueza fija, de que se gana ‘a expensas de’. Los sajones, en cambio, tienen la idea de que la riqueza se crea, por eso tienen un Salón de la Fama empresarial”. Marty dirige Junior Achievement, una fundación que busca “generar en los jóvenes el espíritu emprendedor que les permita alcanzar sus metas”. Allí les dice que “el dinero es algo noble, valioso y digno de perseguir, siempre que sea ganado por derecha. Pero cuanto más ganás, significa que mejor lo hiciste y el mercado te dice que serviste a la sociedad adecuadamente”. En uno de sus libros de cabecera –La rebelión de Atlas– Ayn Rand imagina una huelga de “los productivos”. La moraleja es previsible para él: “El mundo se derrumba. En la realidad, la gente no suele ser agradecida con empresarios como Bill Gates, y muchas veces se le resiste”.

Jorge Halperín es una voz autorizada en el tema, que exploró en 2007 durante 44 emisiones por Ciudad Abierta. “La percepción de que el dinero es importantísimo –cuenta– sostuvo el programa”. Sacó esa conclusión por la negativa: “La carencia invisibiliza: los pobres sólo aparecen como víctimas o victimarios de los delitos. Los medios son construidos y consumidos por las clases medias y altas. Hay dos millones de enfermos de Chagas, pero hoy todos tienen la obsesión por la gripe porcina”.

El periodista cree que “el dinero está asociado a la inseguridad en distintos niveles: tenerlo te alivia ese sentimiento, la clase media tiene pánico a la pobreza”. En ese sentido, recuerda con intensidad su entrevista a Jorge Guinzburg: “Siempre lo admiré y era difícil entrevistarlo porque tenía una gran velocidad mental. Pero cuando empecé a indagar sobre su relación con el dinero, encontré que de joven había sufrido padecimientos muy extremos. Su cara se transformó durante ese relato. Eso nunca iba a tener solución, por más fama y dinero que hubiera conseguido. Y sobre todo, lo acosaba el sentimiento de que esa situación regresara”.

Los días utópicos del “piquete y cacerola, la lucha es una sola” ya pasaron; la sociedad volvió a su fragmentación preasamblearia. Halperín opina que “Kirchner se empeñó en ser tolerante con esos sectores. Como no reprimía los cortes, la visión del pobre incomodaba. Nadie quiere estar cerca del fracaso”. Eso le recuerda otra historia: “Hace 10 años colaboraba en la difusión de un programa social agropecuario. Le sugerí a un productor de Mariano Grondona que contara la experiencia de las cooperativas, que habían logrado mejores precios para todos. Su respuesta fue contundente: ‘Cuando llevamos pobres, la gente no los quiere ver’”.

Fuente: Crítica de la Argentina

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