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Aumenta la deserción escolar

Aunque en el último quinquenio la reactivación del empleo y el aumento de la producción y exportación volvieron a motorizar a los argentinos, ese incremento no sirvió para mejorar el sistema educativo, que continúa siendo “inequitativo” y “expulsivo” para los sectores más postergados del país.
De acuerdo con un nuevo estudio del Observatorio de la Deuda Social, perteneciente a la Universidad Católica Argentina (UCA), la exclusión en los primeros años de vida y la deserción escolar entre los adolescentes de ámbitos urbanos no ha dejado de agravarse a medida que se incrementan las condiciones de pobreza.

Según el trabajo de investigación, la mitad de los niños argentinos de 2 a 4 años que viven en las principales ciudades del país se encuentra fuera de los procesos de escolarización, situación que en el 25 por ciento de las familias más pobres del país afecta a siete de cada diez chicos.

Mientras, en los hogares que integran la cuarta parte más rica del país apenas el 30 por ciento de los niños de esas edades no asiste a jardines maternales o de infantes.

Por el contrario, y como únicos datos positivos -según se desprende del relevamiento- en la sala de cinco años y en todo el ciclo primario (instancias educativas obligatorias por ley) la exclusión se torna casi invisible dado que la escolarización en el Nivel Inicial (sala de 5 años) es del 97,6 por ciento, al tiempo que en el EGB 1y 2 la asistencia también es casi perfecta:

Aproximadamente 99,3%

No obstante, en el ciclo secundario (también obligatorio), la falta de oportunidades y la pobreza vuelven a excluir a los chicos de la educación.

Según el sondeo del Barómetro, el 19 por ciento de los adolescentes en los primeros años del nivel medio y el 41 por ciento en los últimos años no asisten a la escuela o están atrasados respecto de su edad. En este grupo, al igual que en los niños más pequeños, el déficit educativo guarda alta correlación con el estrato socio-económico, siendo claramente más regresivo y temprano a medida que disminuye el segmento social al que se pertenece.

Así, un adolescente de entre 13 y 17 años perteneciente al 25 por ciento más pobre del país tiene 9,5 veces más posibilidades de no asistir al colegio que otro joven del 25 por ciento más rico.

En cuanto a las competencias básicas de lectoescritura, el estudio mostró un panorama igual de preocupante en detrimento de los chicos en situación de alta vulnerabilidad social: el 30 por ciento no puede escribir su nombre de manera autónoma, frente al 5 por ciento en el estrato medio alto.

Respecto del acceso a los recursos educativos, el estudio indica que en la escuela primaria, un niño del 25 por ciento más rico tiene 8,5 más chances de asistir a una escuela de doble jornada que un niño del 25 por ciento más pobre.
En el acceso a la enseñanza de computación, la brecha de desigualdad es de 2,6 veces y de dos veces en el acceso al conocimiento de un idioma extranjero, cifras que se mantienen prácticamente iguales al entrar al ciclo medio.

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