Por año, casi 22.000 argentinos mueren por mal uso de medicamentos
Y si esto es válido para algo tan «saludable» como las fibras, cuyo consumo puede prevenir el cáncer de colon pero al mismo tiempo producir intolerancia y desórdenes intestinales, en el caso de los medicamentos la situación es muchísimo más compleja y peligrosa.
«Todos los medicamentos empleados en dosis excesivas o durante períodos prolongados, en situaciones en que no estarían indicados, pueden producir efectos indeseables, generar interacciones con otros fármacos o sustancias, e incluso retrasar el diagnóstico de una afección importante», advierte el doctor Carlos Damin, jefe del Servicio de Toxicología del hospital Fernández y Titular de la Cátedra de Toxicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que acaba de publicar un documento alertando sobre las causas y la gravedad de la situación.
Según estudios realizados por la Universidad Maimónides y el Instituto Argentino de Atención Farmacéutica (Iadaf), la publicidad de medicamentos incita a la automedicación o al mal uso de fármacos, problemas que se cobran en la Argentina unas 21.800 vidas por año.
El doctor Marcelo Peretta, director de la Escuela de Farmacia y Biquímica de la Universidad Maimónides y miembro de Iadaf, quién dirigió el estudio, precisó que de las 21.800 muertes, el 50% corresponde a la polifarmacia (tomar simultáneamente seis medicamentos o más), que en general afecta en los mayores de 65. «Esto sucede porque el paciente toma un medicamento que inhibe o potencia la acción de otro, los médicos no se conectan entre sí, o no hacen las preguntas adecuadas al prescribir.»
Un 30% corresponde a la automedicación, «básicamente con medicamentos de venta libre (OTC en la terminología anglosajona), y también antibióticos, colirios, y psicofármacos». De hecho, en la Argentina, según datos aportados por Peretta, «tres de cada cuatro argentinos se automedican».
Los casos restantes son producto de la mala prescripción (médica) o la mala administración (del paciente): «Cuando el paciente toma el medicamento en ayunas en vez de en las comidas, o con alcohol cuando debe abstenerse, por ejemplo», dice Peretta.
El mal uso de medicamentos provoca 100.000 internaciones por año. Esto engloba a los que se exceden en las dosis, los que mezclan con otros sustancias, energizantes, alcohol, a las reacciones alérgicas, los efectos secundarios, y los mal prescriptos, entre otros.
El relevamiento de Iadaf/Maimónides se realizó a partir de las historias clínicas hospitalarias, e ingresos a guardias. Además, para verificar sub o sobredosis, y malas prescripciones, mediante un cuestionario a los farmacéuticos se revisaron las recetas de 480 farmacias en todo el país. «De estos sondeos múltiples, hemos llegado a la conclusión alarmante de que el 50% de la población mayor de 18 años toma medicamentos en forma incorrecta», sentencia el especialista.
¿Venta libre o liberada?
Según la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), el 20% de los medicamentos que se consumen en la Argentina se adquiere fuera de las farmacias: quioscos, supermercados, estaciones de servicio, gimnasios, Internet y hasta hoteles alojamiento. En ocasiones esto se aplica también para los medicamentos de venta bajo receta.
Al respecto, el doctor Mario Castelli, asesor y ex presidente de COFA, contó a LA NACION que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «tenemos un 10% de medicamentos ilegales». Esto engloba a los falsificados, adulterados y robados.
«En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, los que se venden fuera de las farmacias son todos ilegales, porque allí la ley obliga a venderlos sólo en farmacias.» En Capital, esa ley no existe. Esto impulsa la compra «legal» de medicamentos de venta libre, que luego son distribuidos ilegalmente en la provincia de Buenos Aires, donde el precio de un medicamento se incrementa hasta en un 300%.
El principal problema de este mercado «trucho», es que al separarse del canal de venta original, el seguimiento de la calidad se vuelve imposible, porque entre otras cosas la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) no tiene competencia sobre establecimientos que no estén habilitados por el Ministerio de Salud (un quiosco, por ejemplo).
El directivo de COFA advierte acerca de la modalidad de «compra por unidades»: al no tener el prospecto ni vencimiento, el riesgo se potencia muchísimo, incluso en productos supuestamente inofensivos, como la aspirina que, mal conservada, expuesta al sol, se transforma de ácido acetilsalicícilco a ácido salicílico, que es un tóxico».
«La publicidad y promoción activa por los medios masivos de comunicación, aumenta la automedicación irresponsable y el uso irracional de medicamentos», sentencia el documento de la Cátedra de Toxicología de la UBA. Al respecto, Peretta reflexiona que «la credibilidad en la publicidad ha superado a la del farmacéutico. El consejo del farmacéutico hoy no vale nada. El único que gana es el productor del medicamento, porque lo cierto es que los argentinos tomamos más medicamentos, pero no estamos más sanos».
En coincidencia con esos dichos, Damin advierte que «la publicidad no puede promover al medicamento como si fuera un caramelo; no es un bien de consumo, es un bien social. Se lo necesita o no, no es promocionable».
A este preocupante panorama debe sumarse la liviandad con que asistimos a la prescripción de medicamentos. «Recomiendan medicamentos la madre, el compañero de trabajo, en la peluquería, en el kiosco y hasta en el consultorio médico entre pacientes», concluye.