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4 millones de argentinos toman aguas con arsénico

En el Día del Agua, que se celebra hoy en todo el mundo, Argentina muestra un importante déficit en lo que hace al cuidado de las condiciones de pureza y potabilidad de ese recurso. Se estima que 4 millones de argentinos consumen aguas con arsénico y otros elementos tóxicos.

De hecho, una investigación publicada en 2006 por la Secretaría de Ambiente de la Nación identificó áreas arsenicales en al menos 16 provincias (435.000 kilómetros cuadrados) lo que determina que Argentina sea uno de los países con mayor población expuesta a ese tóxico.

La enfermedad que produce el arsénico se conoce como hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE), y puede aparecer luego de un período variable de exposición a niveles mayores a 0,010 miligramos por litro en agua de consumo diario (bebida y cocción de alimentos).

Sus manifestaciones más evidentes son numerosas lesiones y tumores en la piel, sobre todo en zonas no expuestas al sol (endurecimiento de la planta del pie y palma de la mano), afecciones al sistema digestivo, pulmones y vejiga.

La primera señal de alarma partió de la localidad bonaerense de Carlos Casares donde un grupo de chicos, instados por una profesora, tomaron muestra de agua de consumo humano y pudieron determinar que contenía arsénico en una concentración superior a la recomendada por la OMS.

La investigación apuntaba a determinar si el agua podía contener alguna sustancia tóxica que explicara la aparición de enfermedades digestivas y óseas entre la población y la manifestación de cáncer en proporciones más altas de lo normal entre los jóvenes.

Según los últimos registros, se han denunciado no menos de 140 casos acreditados de enfermedades _así lo denunció una comisión a vecinos_ ligadas al consumo de arsénico (cáncer de piel y alergias graves, entre otros trastornos graves).

El temor y la preocupación de la gente que habita en la zona es grande. Los que pueden compran bidones de agua o instalan filtros domiciliarios a un precio de 350 pesos y las familias de menores recursos se resignan a consumir el agua contaminada.

La alerta se extendió a las ciudades vecinas: Pehuajó comparte con C. Casares los mismos pozos de extracción de agua, en tanto que 9 de Julio tiene sus propias fuentes de agua, lo mismo que Lincoln. En todas esas localidades se hicieron análisis que dieron como resultado altos contenidos de arsénico y nitratos (otro agente químico productor de cáncer).

Ni planta ni controles

A raíz del descubrimiento los vecinos de Casares iniciaron una cruzada de concientización y de reclamo a las autoridades provinciales y nacionales (Defensor del Pueblo de la Nación) que también involucró a las localidades cercanas de Pehuajó, 9 de Julio y Lincoln.

Como resultado de esos reclamos, la empresa ABSA (Aguas de Buenos Aires, ex Asurix) instaló en 2006 una planta de abatimiento de arsénico y se comprometió con los vecinos a realizar periódicos controles para determinar la potabilidad del agua.

Al día de hoy la planta está sin funcionar y los controles no se hacen. La bronca de los vecinos va en aumento y se refleja en asambleas donde se mandata al intendente, Omar Foglia, para realizar gestiones ante el gobierno provincial para lograr la reparación de la planta.

“La obra tuvo tremendos vicios de construcción que determinaron que nunca llegara a funcionar como corresponde. ABSA se comprometió a solucionarlos pero a seis meses de la salida de funcionamiento no tenemos novedades”, señaló Foglia a este diario.

Según explica la empresa, un filtro se rompió y el reemplazo, que viene de Brasil, todavía no pudo ingresar al país por problemas burocráticos. Otras voces señalan que el cemento utilizado en la construcción de la planta no era el adecuado y se produjeron filtraciones.

Ante la falta de controles, la propia comunidad de Carlos Casares designó una comisión fiscalizadora, con carácter municipal, que hace análisis mensuales de la calidad del agua y los publica en los medios de la zona.
El último de ellos mostró que la concentración de arsénico se elevaba a 0,070 mg por litro (a 0,065 y a 0,090 mg, indicaron los dos anteriores), cuando el valor determinado como aceptable por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 0,01 mg por litro.

“Los análisis se hacen con equipos adecuados y el informe lleva la firma de un químico matriculado”, dijo Lidia Iluminati, directora de medio ambiente de la comuna, que explicó que las muestras luego se envían a la Universidad de Rosario, a la CONEA o al Instituto de Tecnología de la Alimentación de 9 de Julio.

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