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Crece el teletrabajo entre los argentinos: Internet en vez de Ezeiza

Si la crisis de 2001 fue para muchos un pasaporte para emigrar, para otros abrió una posibilidad intermedia. Cada vez más los argentinos trabajan para el exterior sin necesidad de tomarse un avión. Secretarias virtuales, analistas en comunicaciones y telemarketers son sólo algunas de las profesiones que se realizan en forma remota. La Comisión de Teletrabajo de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE) estima que hay 500 mil teletrabajadores en la Argentina. Y según los últimos números de la consultora Carrier y Asociados hay 1,3 millón de hogares que, además, funcionan como oficinas. De éstos, un 45% desarrolla desde su casa su principal actividad laboral. El Centro de Teletrabajo y Teleformación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (CCT) alienta el trabajo remoto. “El desempleo y la emigración de jóvenes era tan grave para el año 2001 y 2002 que nos pusimos a disposición de todos aquellos que querían saber si el teletrabajo les daba alguna opción”, explica Sonia Boiarov, su directora. “El trabajo a distancia será en poco tiempo una opción más. Es trabajo que aprovecha el desarrollo científico y tecnológico en el que estamos insertos. No hay fronteras para nuestros servicios, es lo mismo trabajar para una empresa ubicada en la Argentina, en México o en España.” Según Boiarov, un reciente relevamiento internacional indicó que “el 20 por ciento de los teletrabajadores de Argentina viven de ingresos que reciben por sus teleservicios prestados al exterior”. Para Marcos Pueyrredón, director de la Comisión de Teletrabajo de la CACE, “los trabajadores argentinos, ya sean profesionales o con alguna especialización o saber específico, son reconocidos internacionalmente por su capacidad, productividad y creatividad. El costo de sus salarios o servicios es muy competitivo a razón dólar o euro, una ventaja competitiva y comparativa en el mercado global sin igual”. Las ocupaciones más solicitadas a nivel global son telemarketers, consultores, traductores, asistentes y secretarias virtuales, operadores de plataformas web, ingenieros y arquitectos. Secretarias on line. Bárbara Langer es un ejemplo de microemprendedora a distancia. Durante años trabajó como asistente ejecutiva bilingüe tradicional: en una oficina, con su jefe en el despacho contiguo, compañeros a metros de su escritorio y horario de entrada y de salida. Hoy ya no tiene un solo jefe sino varios (y diseminados en distintos continentes), organiza sus horarios y trabaja en su casa o desde un ciber café. Es lo que ahora se llama asistentes virtuales, tendencia que nació en Estados Unidos cuando muchas secretarias decidieron trabajar por su cuenta. No sólo se ofrecen servicios de secretariado on line, sino también asistencia en temas como e-commerce y marketing. “El 99,9 por ciento de mis clientes son del exterior. En México tengo mucha demanda, pero también trabajo con gente de Venezuela, Estados Unidos y Puerto Rico. Incorporé un cliente de Argentina, pero que me contactó desde Malasia”, explica Langer. ¿Cómo asisten estas secretarias a sus jefes a miles de kilómetros? “Atendemos sus llamados telefónicos, gracias a la computación podemos tener una línea de ese país, hacemos seguimientos telefónicos o vía e-mail. Por la diferencia horaria, mientras ellos duermen nosotras estamos con sus cosas. Hay aplicaciones que te permiten meterte de forma remota en la computadora de tu cliente para mostrarle algo o compartir las agendas en tiempo real”, agrega. “Lo único que no podés hacer es servirle el café, pero sí encargárselo al bar de la esquina.” José Pace es periodista y coordina un equipo de cinco redactores que generan noticias para una página web mexicana (www.ocurriendo.com). “Internet permite tener una buena calidad de producción a costos mucho más bajos que teniendo una oficina o una empresa. Hoy dos de cada tres propuestas que recibo son del exterior”, explica. ¿Ventajas? “Puedo trabajar desde cualquier lado, la oficina va conmigo por medio de la computadora.” Más allá de que el sitio es en español, tuvo que aprender modismos y regionalismos. “Lo del vocabulario es tema raro, hasta divertido, terminás viviendo virtualmente en otro país.” ¿Desventajas? “Como estás en tu casa no te das cuenta y seguís y seguís trabajando.” Leandro Amato es líder de proyecto en Nicestream, una consultora especializada en planeamiento, desarrollo y asesoría en comunicación on line. “El 85 por ciento de nuestros proyectos son para clientes del exterior”, calcula. “Para las empresas extranjeras, contratar el desarrollo localmente es más caro que hacerlo en la Argentina, y acá podemos ofrecer la misma (o mejor a veces) calidad en el resultado. Creo que tenemos uno de los mercados on line más interesantes de Latinoamérica, somos referentes”, agrega. Pero no siempre el trabajar para afuera es sinónimo de autonomía. Otro de los escenarios post-devaluación está conformado por los call centers, que ofrecen mano de obra barata para economías más desarrolladas. Así, un argentino puede recibir un pedido de delivery para una pizza en Madrid o una queja por un celular que no funciona en Washington. Según un estudio del Conicet, el precio de un agente telefónico puede ser un 30% más económico que, por ejemplo, en España. Estos trabajadores hacen un ejercicio continuo de adaptación. Les resulta impensable verse cara a cara con jefes y colegas, y respetan feriados como el Día de Acción de Gracias o el de Todos los Muertos. El trabajo remoto llegó para quedarse.Sigue

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Tecnología de la información y flexibilidad laboral El proyecto Exportación de Teleservicios para la Inclusión Socio-laboral de América Latina y el Caribe (ETIS-LAC), dirigido por Sonia Boiarov, trazó el escenario de los exportadores de servicios en Internet. El estudio –que relevó la situación en la Argentina, Brasil, Colombia y Costa Rica– mostró que el 71,6% de los teletrabajadores realiza trabajos para Argentina, mientras que un 25% exporta sus servicios a Europa, Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica y el Caribe. De ellos, sólo el 23,1% está en relación de dependencia. “Las tecnologías de la información y la comunicación varían los espacios tradicionales y los horarios de trabajo y marcan un gran cambio con relación a un trabajo tradicional. Presentan un panorama mucho más complejo que los que conocimos hasta ahora”, detalla Boiarov. La investigación mostró que la flexibilidad laboral marca la práctica. El 87,5% de los consultados se hace cargo de sus propios materiales de trabajo, el 79,6% paga la conexión a Internet y el 76% asume los costos telefónicos. Del estudio surgió un perfil de teletrabajador similar en los cuatro países relevados: profesional de muy buen nivel educativo, de 34 a 39 años, que posee sus propias herramientas para teletrabajar. En todos los casos la situación conyugal no es un factor determinante a la hora de elegir esta modalidad de trabajo: la mitad de ellos son casados (o en pareja) y la otra mitad, solteros.

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